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1988 9 Diciembre 2015

 

 

Material peligroso
Eligio Coronado

 

Monterrey.- Material peligroso*, de Gabriela Cantú Westendarp (Monterrey, N.L., 1972) es un poemario que nos impele a revisar los alcances de la poesía como género literario.

Es cierto que en estos tiempos los géneros se fusionan para ampliar las posibilidades clasificatorias de los textos y no ceñirlos necesariamente a los que ya existen, pero ¿debe por ello la poesía perder sus características esenciales y transformarse en ensayos, artículos, cuentos y reflexiones como ocurre en este volumen?

¿Dónde quedó aquel género que se proponía detectar, plasmar y expresar la belleza por medio de la palabra en versos medidos, rimados y rítmicos? (“Esa cosa liviana, alada, sagrada”, la llamaba Platón.)

Es cierto que las diversas corrientes y movimientos literarios han originado cambios en la escritura poética los cuales han derivado en la omisión de la rima, le medición, el ritmo y la orientación estética, pero todavía nos quedaba la naturaleza introspectiva, es decir, la manifestación de los estados de ánimo de los autores.

Con Material peligroso parece que todo ha pasado a un término muy irrelevante y en su lugar encontramos textos en una prosa nada poética sobre temas cotidianos muy alejados de los contornos espirituales tales como: “Los focos se han ido fundiendo y no me he tomado la molestia de cambiarlos” (p. 58), “He visto cosas tan rústicas como una mantequera o una segadora o un fuelle de fragua forjados en 1900 o 1920” (p. 38), “Los pequeños vasos sanguíneos se han roto o por lo menos dilatado. La ingesta de chocolate, de café, de picante o de alcohol puede ser la causa” (p. 31).

Es cierto que estos detalles de la vida diaria pueden afectar el espíritu de una persona y ser motivo de un poema, pues en literatura todo genera un texto, pero no escrito así: en prosa simple, sin adornos y como al vuelo, con total espontaneidad y sin pretensiones de elaborar un texto trascendente.

Por eso algunos de estos textos invaden otros géneros, como los ya señalados. Por ejemplo, un buen cuento lo hallamos en la página 55: “Estamos sentados en un restorán comiendo pescado frito. Aquí nadie nos conoce y así está mejor –así podemos vernos mucho tiempo sin decir nada hasta que uno de los dos no se resista y asalte al otro de manera un tanto intensa y alguien llame a la autoridad del puerto y nos detengan por escándalo en la vía pública, y entonces vayamos a un lugar más privado (digamos una cueva o una gruta) y ahí, mitad vestidos, mitad desnudos, nos amemos por largas horas-. Por lo pronto estamos comiendo pescado frito en un restorán del puerto pero creo que tarde o temprano llegarán las autoridades”.

Ingenioso y encantador, ¿verdad? Sólo le falta el título. Tal vez por textos como éste, la autora ha anunciado que prepara una novela (llamada, tentativamente, Hamburgo en alguna parte). Como nota adicional, es justo señalar que por este volumen (Material peligroso), Gabriela Cantú Westendarp recibió en 2012, inexplicablemente, el Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde.

Mientras tanto, tendré que seguirme preguntando: ¿Hemos perdido el sentido de la poesía? ¿Volverá, como las golondrinas de Bécquer, en el balcón de nuestros poemarios modernos sus nidos a colgar o, de plano, esa expresión ingrávida, celeste y de exquisita belleza que lograba nuestros sentidos exaltar, ésa no volverá?

 

* Gabriela Cantú Westendarp. Material peligroso. 2ª. Ed. Monterrey, N.L.: Edit. UANL / Hiperión, 2015. 87 pp. (Colec. Poesía Hiperión, 676.)

 

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