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1989 10 Diciembre 2015

 

 

Laberinto de minotauros
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- El terrorismo de la yihad ganó la primera batalla. Las matanzas perpetradas por sus peones desechables diseminaron miedo y odio en buena parte del mundo. En Europa occidental y Estados Unidos los pueblos, con el dedo en el gatillo, ceden espacios al fascismo y sus mal disimuladas ramificaciones.

Donald Trump es, hoy por hoy, el precandidato republicano mejor posicionado y, en Francia, el Estado Islámico, EI, le regaló a Le Pen un impresionante triunfo electoral: el Frente Nacional se convirtió en el partido político más poderoso del país.

Es entendible: las sociedades no quieren escuchar a los líderes que hacen llamados a la razón. Se espera, se exige, acción inmediata a los gobiernos. Y éstos, que piensan más en las próximas elecciones que en las próximas generaciones, responden de la manera más primitiva: los bombardeos contra Siria y negociaciones para que gobiernos títeres de las grandes potencias envíen tropas de Tierra a combatir a los yihadines.

Estoy de acuerdo: al fuego se responde con fuego. Pero, no se vale considerar como estadística o daños colaterales a civiles inocentes víctimas de las incursiones aéreas. Las fuerzas armadas del Estado Islámico deben ser destruidas, pero ésa es la parte fácil de la ecuación. El terrorista no es un soldado. Luego, hay que usar la inteligencia para reducirlo.

Abatir a troperos fanatizados que quieren morir es fácil. Lo difícil, donde los estadistas se apartan de los políticos es conservar la serenidad en la tormenta. Mil 500 millones de musulmanes le adoran a su Dios de una manera distinta a la nuestra y en ese universo los yihadistas forman una minoría muy minoritaria, si se me permite esta suerte de redundancia.

Tenemos valores que es preciso conservar: el respeto a la otredad, la tolerancia, la inclusión en la sociedad de personas formadas en otra cultura y todo eso. Es lo que marca la diferencia entre nosotros y los dinamiteros suicidas. No sé si desde la cúpula del poder que domina al planeta pusieron ya a girar el disco de acero. Quizás sea demasiado tarde para recurrir a la más elemental de las fórmulas políticas: dejar que los sirios arreglen entre ellos sus diferencias. Ya nos dieron el primer susto en un avión mexicano de pasajeros. Esto es, apenas, el principio. No tardan en llamarnos al sacrificio supremo en defensa del Occidente cristiano.

Entre moros e hijos de Cristo nos metieron en un laberinto poblado por varios minotauros para quienes nuestra sangre se refleja en alzas bursátiles. Para agravar la crisis, en cada paso que damos topamos con la contradicción.

Un ensayo de solución sería aceptarnos como ciudadanos del mundo y, al tiempo que se neutraliza al dinamitero kamikaze, aceptar a “los otros” en nuestra morada. “El nacionalismo es una gran amenaza”, escribió ese viejo bueno y sabio que es Tagore.

Pie de página
El flamante secretario de Economía, Fernando Turner, será efectivo como hombre de negocios, pero como político no desquita el sueldo. El papelón que hizo en el Congreso local es de antología. Intuyo que FT pertenece a esa raza de millonarios quienes ven con desprecio a la humanidad. ¿Cómo se le puede ocurrir negar que tiene terrenos en Pesquería, sólo para de inmediato desdecirse al estilo de su patrón y alegar no sé qué, Alzheimer o algo parecido? El Bronco está aviado con este tipo de colaboradores. Pero, peor nos irá a nosotros.

hugo1857@outlook.com

 

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