Tequila marca Bergoglio
Hugo L. del Río
Monterrey.- El Papa Francisco no vendrá a México: lo que él visitará será la versión azteca de la aldea Potiemkin. Y, de paso, le dará un fuerte impulso al consumo y exportación del tequila. El obispo de Roma tiene agendado un diálogo con indios en San Cristóbal de las Casas.
Iberoamericano al fin y al cabo, el Vicario sin duda ha visto los niveles de degradación a que lleva la miseria a nuestros pueblos. Pero en San Cristóbal la indigencia de siglos se agrava con la discriminación étnica. Antes del movimiento zapatista, que con las armas y el discurso conquistó una pequeña parcela de justicia para la población indígena vi, en la citada ciudad, a los coletos obligando a los nativos, con insultos y golpes, a bajar de la banqueta para caminar por el arroyo. Posteriormente, fui testigo de una manifestación en la que estas larvas de gentuza de “raza blanca y sangre pura”, gritaban mueras al obispo Samuel Ruiz. “Samuel, llévate a tus indios a la selva”.
Chiapas es una vergüenza nacional. La pobreza extrema va de la mano –no podría ser de otra forma– con el analfabetismo, la insalubridad, el alcoholismo, los cacicazgos y el machismo.
En la penitenciaría supe de casos de nativos quienes, sin hablar español, llevaban años recluidos sin saber de qué los acusaban. Tres cuartas partes de los indios chiapanecos se acuestan sin cenar a sabiendas de que tampoco podrán desayunar.
Sí, los zapatistas lograron rescatar de esta ignominia a unas cuantas docenas de nativos a quienes educaron en la cultura de la dignidad. Pero, por el motivo que haya sido, los resultados fueron insuficientes.
El maya de la selva vive comido por piojos y chinches; viste una especie de túnica que muy raramente lava y el cabello le llega a la cadera. ¿Serán éstos los indios con quienes conversará el jefe del Estado vaticano? Por supuesto que no. El gobierno hará una selección de aborígenes a quienes los peluqueros les cortarán y arreglarán el cabello; los bañarán; se les vestirá con ropa limpia y recibirán órdenes acerca de lo que deben decir al Pontífice.
Desde luego, la burocracia política no podrá engañar al Papa argentino: es un hombre de talento, cultura y experiencia. Pero hablamos de valores entendidos. Lo más probable es que Francisco se deje llevar por la corriente oficialista. Sería formidable que el ilustre viajero exigiera que, sin previo aviso a nadie, lo llevaran a un auténtico caserío de indios para que tomara nota de la lastimosa condición de estos mexicanos. Pero no lo hará.
Anticipo que en el penal de Ciudad Juárez volverá a jugar el juego de suplantar la cruel y dura realidad con una escenografía amable. Todos sabemos lo que son las penitenciarías mexicanas.
Pero el Papa no verá las consecuencias del gobierno de los narcos; la corrupción de las autoridades; los abusos contra los internos huérfanos de dinero y poder.
Faltaba la cereza del pastel: el tequila que le ofrecerán al obispo romano los destiladores de Jalisco. Negocio redondo: las ventas del agave se dispararán hasta el Cosmos.
Bienvenido, señor Bergoglio.
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