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2014 14 Enero 2016

 

 

Bajo la ley marcial
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- La guerra y los excesos de la dictadura perfecta nos insensibilizaron. Vemos violencia y corrupción como simples rutinas de la vida cotidiana. Un puñado de mexicanos, los que tienen consciencia política y social, salen a la calle a levantar el puño cerrado en señal de protesta.

Algunas docenas de nuevoleoneses exigimos castigo para quienes nos despojaron de nuestro patrimonio y le demandamos al nuevo gobierno la incorporación a la Carta Constitucional de figuras jurídicas como la revocación de mandato y la rendición de cuentas.

Somos muy pocos, pero la Historia nos recuerda que los grandes cambios sociales siempre los inicia una minoría.

En Nuevo León o, por lo menos en Monterrey, escaparate de la entidad, pronto volveremos a ver –de nueva cuenta– las patrullas militares, los retenes de fusileros, la creciente participación política de generales y almirantes. No sirvieron de gran cosa en el pasado; no son de mucha utilidad en Tamaulipas, Guerrero, Michoacán y otras regiones de México; tampoco nos brindarán grandes resultados en lo que toca a la seguridad ya no sé si pública o nacional.

¿Qué significa la presencia castrense en nuestra vida social? Son varias y diversas las impresiones que proyectan los hombres y mujeres de las fuerzas armadas en función de policías: una ciudad bajo la ley marcial; un país en condición de guerra civil; un ensayo de golpe de Estado.

Con Obama esto es imposible. Pero con Trump o Marco Rubio… Usted escoja.

El combate al narcotráfico cumple ya nueve años y nos ha costado unas 200 mil víctimas entre muertos, heridos, secuestrados y desaparecidos. Es un precio muy alto y no se corresponde con los objetivos alcanzados… Si es que hay alguno.

Los capos están, además, hundiendo nuestra economía. El gobierno dirá misa en latín, pero los medios extranjeros denuncian los baños de sangre que se dan a diario y no creo que a muchos turistas de otros países les dé por visitar Acapulco o Cancún.

Pemex, ya desangrado por la doble vertiente de la corrupción –los altos ejecutivos y el sindicato– sufre, además, la ordeña al mayoreo. Para qué hablar de aduanas, carreteras, aeropuertos y todo eso que está bajo el control de escuadrones del sicariato.

Y al gobernador Rodríguez Calderón lo único que se le ocurre es recibir a los ipecos y escuchar sus quejas. Está bien, pero los grandes capitanes de empresa no son las únicas personas que radican en Nuevo León ni defienden, en sus discursos, los intereses de la sociedad. ¿Qué el hombre de la calle no vale nada para el bronco?

Confían la tarea de top cop al general Antúnez, cuyas tropas masacraron y criminalizaron a civiles inocentes. No, no olvidamos. Las bayonetas son el último recurso del Estado. Y, sea por ineficacia o por corrupción, están fallando. ¿Qué sigue?

Pie de página
Enrique Peña Nieto es un gran político, un estadista de cuerpo completo. El avión presidencial que pronto comenzará a usar apenas si es digno de su estatura como hombre de Estado. ¿Qué quieren, que en tanto Presidente de México viaje en un biplano Fokker o Sopwith Camel? Ni que fuéramos una republiquita bananera o petrolera. El jefe de Estado viaja a las naciones del Islam con el ambicioso proyecto de abrir nuevos mercados para las exportaciones mexicanas. Su propósito: venderles petróleo a los árabes. Y en cuanto pueda viajará a Escocia para ofrecerles güisqui a los escoceses.

hugo1857@outlook.com

 

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