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2034 11 Febrero 2016

 

 

12 pesos
Samuel Schmidt

 

Ciudad Juárez.- Algo le pasa a los funcionarios mexicanos que hacen declaraciones gratuitas, que no solamente no abonan al debate nacional, sino que perturban la gobernación porque generan ruidos innecesarios.

Hace unos años un miembro del gabinete presidencial, que luchó infructuosamente por ser gobernador, dijo que con 8 pesos diarios una familia podía atender sus necesidades. Por supuesto que la burla no se hizo esperar.

Ahora le tocó el turno a la izquierdista del gabinete, que tal vez reconoció la inflación, porque sostuvo que con 12 pesos diarios una familia atiende sus necesidades. Por supuesto que la burla no se hizo esperar.

La primera reacción ha sido pedirle a la funcionaria que haga la prueba, que se pague 12 pesos diarios aunque se arriesgue a que le corten el gas y la luz, porque seguramente no le alcanzará. La cuota fija de agua en Ciudad Juárez son 250 pesos; la mínima de luz puede salir en unos 170 pesos y el gas digamos unos 300. La secretaria ya estaría en déficit. Pero se nos olvidó la tortilla, que ya superó los 16 pesos el kilo. Y bueno, para qué hablar de proteína animal. No se nos vaya a pegar el chiste cubano.

Una salchicha iba corriendo por la playa seguida por un cubano; cuando se encuentra un sirloin en la playa asoleándose, le dice preocupada:
–Escóndete, te van a comer.
El sirloin responde:
– Fíjate bien en mí, aquí en Cuba ni me conocen.

La secretaria conoce muy bien el sirloin y las bolsas finas, lo que no pueden decir los des-gobernados que deben contentarse con 12 pesos diarios.

El argumento gubernamental debe manejarse con cautela. Posiblemente no se trata solamente de 12 pesos, sino que éstos se agregan a los ingresos de esa población, ingresos muy magros por cierto.

Tal vez estas declaraciones no sean una muestra del enorme cinismo de nuestras políticos, sino que sea el mejor reconocimiento del nivel de la pobreza mexicana, condición que desmentiría los malabares estadísticos que tratan de ocultar la realidad desesperante del 60 por ciento de la población y la caída inexorable de segmentos de las capas medias.

Desde 1975 el salario real va de picada. El mexicano hoy vive peor que sus abuelos, lo que tiene maniatado al mercado interno, circunstancia que explica que tengamos una economía en constante peligro. Pero los capitalistas mexicanos –igual que muchos del mundo– no se interesan por la fortaleza de la economía, sino en construir fortalezas inexpugnables contra la pobreza de sus empleados.

Los contrastes son brutales. Un ministro de la suprema corte gana 500 mil mensuales, más beneficios (coche, chofer, gasolina, viáticos –aun en su propia ciudad– y dicen que hasta niñeras) y un empleado de salario mínimo gana unos 2 mil 100. Éstos empleados de salario mínimo no califican para la generosa ayuda de 12 pesotes diarios.

No haremos aquí el ejercicio de para qué alcanza ese salario, porque como dijo un candidato presidencial, “no soy el ama de casa”, pero en mi modesta canasta básica la inflación es muy superior al 3 por ciento que reconoce el gobierno.

El gobierno reconoce sin decirlo que estamos en una coyuntura difícil, aunque el secretario de Hacienda se atreve a sostener que tenemos una economía sólida; ¿qué querrá decir sólido para la escuela de Chicago? Y como están convencidos que el salario es inflacionario, se aprestan a eliminarlo y así bajar la inflación.

En el programa de ajuste que están aplicando ya están cancelando empleos en el sector público y en un país donde el gobierno pesa tanto en la economía, cancelar empleos va directo contra el mercado; pero como tenemos política industrial neutra, seguro afectará a las importaciones, porque ya en el país se produce poco.

Dice Krugman, el premio Nobel de Economía, que en épocas recesivas las políticas de austeridad son contraproducentes; lo que no considera el economista, es que para los neoliberales esto es oro molido, porque sirve para aterrorizar y paralizar a la sociedad, mientras los bienes nacionales se rematan a los inversionistas extranjeros.

La otra parte de la filosofía neoliberal consiste en buscar que alguien más pague los platos rotos. El programa de ajuste no tocará salarios burocráticos dorados, ni beneficios para las transnacionales que se llevarán el país en pedacitos, así como para los tecnópolos que en el futuro deben recibir una recompensa adecuada por el gran esfuerzo que realizaron en los estudios que les financió el Estado.

Para ellos la desigualdad es fortuita y a ellos les tocó cabalgar en la cumbre; los jodidos que se aguanten o que se pongan a trabajar. Porque los neoliberales ya determinaron que 12 pesos son suficientes.

 

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