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2039 18 Febrero 2016

 

 

¿Quién mece la cuna en el Topo Chico?
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- Mi exjefe y amigo, Jorge Leipen Garay, nos lo decía a diario: no basta con dar la orden. Hay que darle seguimiento para confirmar que se cumpla. Viene al caso por las recientes declaraciones de Ernesto Canales, uno de no sé cuántos fiscales anticorrupción –Aldo Fasci es otro– que se ocupan de todo, menos de perseguir a los prevaricadores.

El desempeño de Canales no ha sido precisamente muy brillante. Apenas si se dignó citar a declarar a Rogelio Benavides, el padre del cobijagate. Y ahora, EC nos sale con la novedad de que el culpable de la matanza en el Topo Chico no es Rodríguez Calderón, sino el jefe de la policía estatal, el general Cuauhtémoc Antúnez. “Probablemente –manifiesta Canales–, son las fuerzas de seguridad las que han tenido secuestrado al Poder Ejecutivo y son las que no han actuado en la limpieza de las cárceles”.

La declaración no tiene desperdicio: el gobernador es rehén de la policía. Ozú. Pero, vamos por partes, como aconsejaba Jack el destripador. El jefe del gobierno es el responsable de todo lo bueno y todo lo malo que hacen o no hacen sus subordinados. Sin embargo, debemos reconocer que la administración de un estado como el nuestro obliga al hombre que está en la punta de la pirámide a delegar funciones. Para eso tiene su equipo.

En el caso que nos ocupa, tanto Rodríguez Calderón como Antúnez son responsables de la matanza. El galeanense tenía que vigilar que el general hiciera su labor. Cuatro meses son tiempo suficiente para por lo menos iniciar el saneamiento moral y material de los reclusorios. El militar no hizo nada. Y debemos recordar que ya había estado en Nuevo León y, se supone, tenía que conocer el desorden que priva en los penales.

¿Por qué Antúnez se mantuvo con los brazos cruzados y apenas si comenzó a actuar después de la carnicería? Parte de su tarea consiste, precisamente, en cuidar que haya orden y disciplina en las penitenciarías. Ernesto Canales tiene razón, aunque sólo en parte. Pero todo esto nos lleva de la mano a otro problema: ¿designó Rodríguez Calderón a Antúnez o se lo impusieron la Secretaría de la Defensa o el Estado Mayor Presidencial?

Hay que decir que, en ocasiones, el entorchado ha dado a entender que no se siente obligado a rendirle cuentas ni al gobernador constitucional de Nuevo León ni a ningún civil. Típica arrogancia de los elementos castrenses que añoran los tiempos del fuero religioso y militar. Desde luego, en el Ejército mexicano hay, en todo el escalón de mando desde soldado raso hasta general de división, elementos sanos, respetuosos de las instituciones.

Por lo demás, EC no es el único que le pica la cresta al mílite. También en el Congreso se escuchan voces que desaprueban su labor. ¿Hablan por su cuenta y riesgo el fiscal y los diputados o siguen instrucciones de las manos que mecen la cuna?   

hugo1857@outlook.com

 

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