MUROS Y PUENTES
La garra en el panal
Raúl Caballero García
Dallas.- Suenan las alarmas en el Partido Demócrata para enfrentar a Donald Trump, indica un reporte en Político, este jueves 17. Se levanta un movimiento anti-Trump que convoca a una marcha pacífica desde Filadelfia (cuna de la independencia) hasta Washington, anuncia un despacho de Notimex, que señala será el mes próximo.
Ante la fuerza que ha alcanzado Trump, los líderes republicanos se debaten entre la resignación para aceptarlo y la más férrea negación, destaca otra nota de The Associated Press.
Pues sí, ahí va Trump en pos de ganar las primarias, pero metió la garra en el panal y lo zarandea irracionalmente, y la repercusión es inminente. Ante ello la demócrata Hillary Clinton ya enfoca su estrategia para enfrentarlo; pero entre los republicanos se guarda la esperanza de que no llegue a la convención en julio con los delegados requeridos para ganar, y acaso entonces le jueguen un enroque nominando en su lugar al gobernador de Ohio, John Kasich –pues está visto que el establishment no acepta a Ted Cruz (lo cual uno celebra)–. Si los aspirantes no alcanzan en la liza el número de delegados requeridos (mil 237) no hay garantía de su nominación; en ese caso los asambleístas tienen la prerrogativa de nominar un alternativo en la convención nacional.
Lo anterior orillaría a Trump a lanzarse de independiente (como lo he venido suponiendo desde hace meses) no sin antes, como advirtió él mismo, desatar una reacción de sus seguidores impulsando disturbios y protestas. En cualquiera de esos casos creará un efecto divisivo en el Partido Republicano: una confrontación entre los fans de Trump y el bando que se le opone, es decir, su dirigencia, sus miembros más tradicionales, los más emperrados en lo conservador pero que no se salen de los canones de la política: los que más lamentarán que Trump les dejará un partido muy distinto, los que lo subestimaron por payaso y que ahora, tarde, lo lamentan y buscan oponérsele. Con todo, es previsible que cualquier confrontación con violencia termine encarrilándose en la vía del independiente.
En fin, entre tanto –por fortuna diría uno con entusiasmo– otra fuerza opositora al precandidato millonario se robustece para confrontarlo: desde el seno de la comunidad latina y con ellos otros grupos minoritarios y progresistas se unen al movimiento que dentro de unas semanas, antes de que culminen la primarias en la convención republicana de julio, realizará la maratónica marcha mencionada en el primer párrafo.
Esa marcha será el eje para combatir el indeseable proyecto de Trump, sus posiciones retrógradas y xenófobas, su retroceso en todos los ámbitos, en el económico y en el educativo, en el político y en el militar, en cada orden social Trump arremete con sus burdas “propuestas”, sonsonetes que van de la demagogia a la misoginia, del racismo al fascismo; esa marcha puede ser la columna vertebral de un movimiento latino que abarque un doble propósito: combatir el fenómeno Trump, es decir esas huestes donde sobresalen los supremacistas que lo respaldan y aplauden sin más razones que la intolerancia y el desprecio por el otro, el que es distinto: los débiles, las mujeres, los extranjeros; y, por otro lado, la concientización política de una comunidad latina que ya ha dado muestras de levantarse en los grandes momentos en que se requiere (como lo hizo con las multitudinarias marchas de Chicago, Los Ángeles y Dallas en 2006, cuando frenaron a los republicanos que avanzaban para imponer leyes draconianas y antiinmigrantes) y esta vez ya es notable su incorporación al debate, muchos se nacionalizan para votar, muchos se registran alentados por los activistas políticos.
Al final del día no sólo impedirán que Trump llegue a la Presidencia (o influirán en que ni siquiera sea el nominado), sino que habrán demostrado la fuerza colectiva de su poder político, esa que caracteriza al que muchos han llamado el gigante dormido. No, Trump no es inevitable.
* Escritor y periodista regiomontano.
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