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2060 18 Marzo 2016

 

 

La Ira Sagrada
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- Nuevo León es una sociedad enferma. Desde hace rato vemos a la violencia y la corrupción como rutinas de la vida de todos los días. De vez en cuando, algunos asesinatos particularmente crueles o siniestros o ciertos abusos –demasiado cínicos– de los poderosos nos molestan y hasta nos enojan. Pero no es lo que los clásicos llamaron La Ira Sagrada ni mucho menos.

El malestar nos dura dos o tres días y el juego de futbol del que está pendiente Monterrey empuja al olvido los episodios que durante unas horas o un par de días nos causaron irritación.

La matanza del Topo Chico queda ahora en calidad de anécdota. ¿Alguien recuerda el escándalo de las 200 mil cobijas? Muchos nuevoleoneses ven con simpatía las travesuras del procurador Roberto Flores. De entrada, debería provocarnos espeluznos el hecho de que sea ludópata el abogado de Nuevo León. ¿Podemos confiar en que bregará por hacer  justicia un hombre encadenado a la mesa de la ruleta, al cubilete de los dados, a los naipes?

El mentiroso, decía Quintiliano, debe tener buena memoria. Flores, el protegido del gobernador Rodríguez Calderón, es olvidadizo. Tampoco funciona bien en plan de embustero. Tardó diez años en pagar la “lanita” que debía a los casinos de Las Vegas.

Para abrir boca, lo fichó la policía de LV. Y luego el buenazo de Flores se mordió la lengua al tiempo que le crecía la nariz: ejercer el cargo que le confió el bronco lo hace perder dinero. En tanto litigante gana más, mchísimo más que como fiscal del estado. Pero el hombre tiene una alma tan, pero tan grande que acepta de buen grado el sacrificio. Todo sea por el bienestar de Nuevo León.

Flores es un grano de arena en el Sáhara de la depravación moral. Vemos en la TV a Maderito quien, como personaje de telenovela, llora de emoción al abrazar a los ancianos. El top cop, general Cuauhtémoc Antúnez, se debe sentir heredero de los espartanos llamados también lacones: es raro el día que no tenemos por lo menos una ejecución; balaceras van, balaceras vienen; secuestros, extorsiones,  cobro de piso, robos de autos y todo eso. Nada parece afectar al militar. Hasta cierto punto, hay que agradecer su mutismo o indiferencia. Por lo menos no hace promesas.

Los compromisos que contrajo Rodríguez Calderón con los hijos de Nuevo León también forman parte de los archivos perdidos. Margarita Arellanes y los Medina deben estar muertos de risa. Saben que no serán castigados.

Y en el ex DF, ahora Ciudad de México –¿así se llamará la flamante entidad: gobierno del estado de la Ciudad de México?– Peña Nieto se frota las manos de júbilo: ya siente el calor del billete gordo que le dejará Monterrey VI.

Me pregunto si más niñas fresa habrán ingresado al club de admiradoras de Santoy, el asesino de niños. Miel sobre hojuelas. Viaje gratis al infierno.

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Mi agradecimiento al hermano masón Gerardo Jiménez Cantú. Él sabe por qué.

hugo1857@outlook.com


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