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2069 31 Marzo 2016

 

 

Feliz cumpleaños
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- A principios de los años cincuenta, Jean Paul Sartre renunció al Partido Comunista Francés en protesta por la intervención soviética en Hungría. Nadie, hasta donde recuerdo, lo acusó de haberse vendido o pasado a la derecha. Ahora, los infrarrojos acusan a Mario Vargas Llosa, un gran escritor comprometido con la libertad humana, de poner su pluma al servicio de la reacción.

¿Por qué? Por la simple y sencilla razón de que el peruano no comulgó con las ruedas de molino que puso a circular el difunto Hugo Chávez; entendió con envidiable claridad que Evo el boliviano capitalizaba su origen indígena para eternizarse en el poder. Y lo peor: el pecado capital que estremeció al paraíso de los obreros y campesinos: Mario desnudó a la gerontocracia cubana y le estampó en la frente la etiqueta de dictadura hereditaria.

En realidad, lo de los hermanos Castro Ruz se puede más bien calificar de dictablanda. No hay punto de comparación entre el gobierno de La Habana y  las atrocidades de Pinochet, Trujillo, Duvalier, Videla y toda esa caifa de asesinos y torturadores al servicio del imperialismo norteamericano.

El de Arequipa ha dedicado su vida profesional precisamente a denunciar las iniquidades de los hombres fuertes que salvan a la patria de las asechanzas del comunismo materialista y ateo. Si alguien me puede decir que estoy en error, que lo haga. Su primera novela, "La ciudad y los perros", es la crónica de los abusos de los entorchados en una escuela militar. En "Pantaleón y las visitadoras" se pitorrea a lo lindo del elemento castrense y en "La guerra del fin del mundo" pone de manifiesto que los soldados causan en los desfiles una buena impresión pero que son del todo ineficaces cuando se trata de combatir contra campesinos armados y bien dirigidos. No, el estamento militar no es motivo de amor, ni siquiera de admiración, para nuestro Nobel.

Pero, seguimos. "La fiesta del chivo" no es precisamente la apología del doctor y generalísimo Rafael Leónidas. En "Conversación en la catedral" denuncia con todas sus letras la corrupción y la naturaleza represiva de Fujimori y su siniestro jefe de espías, Vladimir Montesinos.

Mario nos regala uno que otro título de humor porque, sabio hombre de letras, sabe que también hay que reír un poco. Y vuelve a la carga: "El secreto del celta": la crueldad de Leopoldo, padre de nuestra Carlota, en el Congo y relación de lo que fue casi un genocidio contra indígenas de Brasil. "La casa verde" desnuda la proclividad de la Iglesia católica de tratar al aborigen como un animal y al tiempo, inicia la deliciosa serie de aventuras y desventuras del entrañable cabo Lituma.

Paralelo a su trabajo de creación ficcional, Mario ocupa un lugar muy destacado en el universo de los periodistas ajenos a toda componenda con partidos o gobiernos. Basta con recordar que Miguel de la Madrid lo expulsó de México –eso sí, con mucha educación y todo eso– sólo porque Mario dijo que el gobierno mexicano es el ejemplo de la dictadura perfecta.

Pienso que, por una parte, al de Arequipa lo trata de insultar una izquierda anclada en 1917 al tiempo que desde otra trinchera lo vituperan los envidiosos de siempre. ¿En cuál de sus libros canta Vargas Llosa loas a algún caudillo civil o militar? ¿Acaso lo hace en sus trabajos periodísticos que no son análisis ni artículos de fondo sino ensayos? ¿Alguien puede decir, en estricto apego a la verdad, que Mario es el Rudyard Kipling del imperialismo de la Coca Cola? 

El Nobel está muy por encima de sus pobres detractores. Por lo demás, Mario se encuentra en excelente compañía: Octavio Paz, Carlos Fuentes y tantos otros.

Hace muchos años, Pepe Revueltas puso en claro que cambiar el dogma de la Iglesia por el dogma del partido en nada ayuda a la causa del proletariado.

Feliz cumpleaños, Mario. Confiamos que nos seguirás entregando el regalo de tus líneas.

hugo1857@outlook.com


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