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2097 10 Mayo 2016

 

 

Memorial de los Obreros
Lupita Rodríguez Martínez

 

Monterrey.- Este 10 de mayo se cumplen 30 años del cierre de la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, el símbolo industrial de Nuevo León. A pesar de su cierre, de su cambio de giro y del paso del tiempo, la Fundidora estará siempre presente en la vida de la sociedad nuevoleonesa y en nuestra memoria colectiva nunca debemos olvidar lo que representa.

Fundidora fue el factor de cambio y transformación social de Nuevo León a partir de 1900 y a lo largo de 86 años detonó el desarrollo industrial y forjó la vocación empresarial y el carácter obrero de esta tierra.

El trabajo generado en Fundidora fue una gran fuente de bienes y servicios para satisfacer necesidades del país. Pero, además de producir toneladas de productos de fierro y acero, también produjo el orgullo de ser la pionera de la industrialización del norte de México y de América Latina.

La fuerza productiva de Fundidora contribuyó a arraigar la cultura del trabajo y de la productividad, ya que el nacimiento, desarrollo y muerte de La Maestranza provocó nuevas formas en la organización del trabajo, en las relaciones laborales y en la formación del proletariado regiomontano.

El sentido del barrio obrero, así como de identificación y pertenencia no solamente se fue originando en las nuevas colonias Acero, Obrera, Madero, Fabriles, Fierro, Martínez, Caracol, Nuevo Repueblo, Buenos Aires, Adolfo Prieto e Ideal, sino también en el centro de Monterrey y alrededores.

Sin embargo, lo más importante ocurrió adentro de la fábrica, ya que la clase patronal se organizó para la defensa de sus intereses, al mismo tiempo que la clase obrera se organizó y dio la lucha por sus derechos sindicales de orden económico, político y social.

Tal lucha obrero-patronal se reflejaría en el texto de la Constitución Política Mexicana sobre derechos laborales y en la Ley Federal del Trabajo, para que el trabajo dejara de ser una actividad explotada y mal pagada, incluso para impedir que en Fundidora hubiera niños trabajadores.

A 30 años del cierre se deben dejar de echar culpas sobre los responsables de la quiebra de Fundidora, que vivió largas épocas de bonanza, pero también de crisis a causa de las Guerras Mundiales, de la Revolución Mexicana y de la Gran Depresión Financiera. En 1977 dejaría de ser empresa privada para convertirse en industria paraestatal del gobierno mexicano.

Poco a poco se han ido superando los costos por el desempleo de once mil trabajadores el Día de las Madres de 1986, pues representaban el 1.5 por ciento de la población económicamente activa de Monterrey, siendo el volumen de desocupación más alto en la historia industrial de México.

Lo más grave son las “listas negras” de ex trabajadores de Fundidora para negarles oportunidades al derecho del trabajo y que mantiene viva esta pugna obrero-patronal. Por eso, a nadie debe espantar que se discuta por el cierre de Fundidora, pero ya no quedarse en la simple discusión.

Manifestamos por ello nuestro apoyo a un grupo de ex trabajadores, académicos y artistas para que se cumplan los objetivos del ahora Parque Fundidora; es decir, que sea un parque densamente forestado, un museo de sitio y un centro internacional de convenciones, tal y como se estableció en el decreto de expropiación, mediante el cual el gobierno federal donó a título gratuito las 280 hectáreas e instalaciones de Fundidora al gobierno estatal.

También respaldamos la propuesta de crear un espacio dedicado al memorial de los obreros de Fundidora de Monterrey sobre la parte humana, laboral y colectiva de los trabajadores, con la finalidad de que las nuevas generaciones sepan quiénes eran, cómo trabajaban y cómo vivían.

Y, más que todo, apoyamos su exigencia de evitar la privatización del parque público, toda vez que los afanes privatizadores se han impuesto a través de hoteles, centros de espectáculos, pistas de carreras, pistas de hielo, restaurantes, juegos mecánicos, renta de salones para eventos privados, etcétera.

¡Estamos con su lucha! Nuestra gratitud y solidaridad con los ex obreros de Fundidora y sus familias. Nobleza obliga con quienes siempre se pusieron en pie de lucha para apoyar las demandas de los movimientos estudiantiles, populares, sindicales y democráticos.


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