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2101 16 Mayo 2016

 

 

Yamilett Orduña: ¡arre morritas, ya llegó su coach!
Joaquín Hurtado

 

Monterrey.- Ella es la nueva presidenta ejecutiva del Instituto Estatal de las Mujeres de Nuevo León. En la foto de El Norte aparece una joven esforzadamente guapa, con saco blazer azul cobalto, tez aperlada, ojos oscuros y chispeantes, pelo lacio hasta los hombros, manos apoyadas sobre el teclado de una lap, sortija espléndida en el dedo anular izquierdo, sonrisa que transmite templanza con toque de dulzura y cuantiosa felicidad.

Yamilett hace su entrada triunfal en Broncolandia, gracias a concienzudos análisis del chamán mayor Jaime Rodríguez Calderón, versado experto en Management político. Nadie mejor que él para detectar ventanas de oportunidad en el mercado electoral que el pueblo consumidor reclama. No fue el feminismo ni el activismo con enfoque de género lo que dio a Yamilett  un puesto tan codiciado por otras damas con mejores cartas.

Dice la nominada: “Tenemos un proyecto de mujer como un ser integral, donde a mí me va a permitir desarrollar mis habilidades de coaching”.

La nota publicada en la sección Local del viernes 13 se apoya en la imagen de una mujer en perfecta armonía con el criterio del éxito diseñado especialmente para el sector tardoadolescente de clase media afecto a los embelecos de las revistas del corazón. Yamilett refuerza su impronta con lógica aspiracional, un marco conceptual que tantas satisfacciones le ha obsequiado en su meteórica trayectoria como “coach ejecutiva” en la Iniciativa Privada.

-¡Santos coaching, Batman! ¿Eso que suena tan feo, qué significa?

- Eufemismo de un juego incompasivo del capitalismo salvaje, Robin.

La Orduña misma nos lo explica desde sus apuntes, saca el acordeón, se coachea ella solita: “Yo… generé proyectos a favor de las mujeres para la toma de decisiones, para que la mujer sea empoderada de un nivel a otro en lo organizacional, en donde ellas pasaban de gerentes a directoras.”

-Joder.

-De lo que uno se pierde por no confiar en las leyes humanistas del libre mercado.

Yamilett  redirecciona el esfuerzo oficial de no discriminación con un chasquido voluntarioso. Las mujeres ya no son vistas como sujetos de derechos políticos, ni son parte de un ser históricamente discriminado por su género, tampoco ciudadanas que requieren de la confección de políticas especiales para ponerse en el mismo nivel de los privilegiados varones en el ámbito público. Ahora son nomás un triste “proyecto” que, si bien se comporta, puede alcanzar las glorias del organigrama corporativo.

Ya no importan los mandatos ni los pactos internacionales que velan por la igualdad y la equidad de oportunidades mientras las féminas le sirvan a Yamilett de comparsa y le permitan desarrollar “sus habilidades de coaching”.

El viejerío como febril hormiguero de bien adaptadas y sumisas robotinas que sólo obedecen jerarquías y cadenas de mando del líder mesiánico, el coach, el Yoda, el Obi Wan del universo Entrepreneur. Magia instantánea para hacer de cualquier cenicienta una reina del comercio trasnacional.

Mujeres ultrajadas, chicas violadas, no sean holgazanas y estudien los recetarios de la autosuperación en diez pasos. Memoricen esas fábulas piadosas para dominar a los Porkys, mientras crecen y reciben el stock accionario de manos del Mandamás. Hagan valer sus inversiones de alta plusvalía como obreras en las maquilas infames. Vean únicamente lo positivo, proletarias de este país tan colmado de oportunidades. Chavas doblejornaleras, dejen la miseria que las asfixia con sólo aplicar las ciencias ocultas que controlan la fuerza de voluntad.

El tecnicismo coaching procede del verbo to coah. El mamerto anglicismo significa sencillamente “entrenar”. Si usted tiene en casa un bebé y quiere enseñarle a hacer popó de manera autónoma, ya no lo entrene más. Eso de entrenar ya está muy out, pasado de moda, ruco. Al nene hay que someterlo a un proceso de coaching para que alcance por sí mismo el trono del sanitario. No confundir coach con cuacha, que significa algo impropio.
El coaching es un método que consiste en acompañar, instruir, amaestrar a una persona o a un grupo de ellas, con el objetivo de cumplir y alcanzar metas. Atención al aplicar estas estrategias, nunca hacerlo desde el español, ese vulgar y desplumado idioma. No hay garantía de éxito si uno se atreve a usar palabras como adiestrar, conducir, enderezar. Usar la lengua de Cervantes es propio de perdedores(as).
¿Qué nos puede aportar la metodología coaching para contener la ola de feroces crímenes contra las mujeres, o para erradicar el acoso pérfido que a diario padecen? Desde la gestión del Instituto Estatal de las Mujeres, dirigido por la triunfadora Yamilett Orduña, esta es una pregunta ociosa, superflua, amañada, very loser.
Desde la óptica del coaching integral, en cambio, con cerrar los ojos y concentrarse en un objetivo gerencial, el resultado será siempre favorable para una chica injuriada. Las víctimas de la barbarie machista dejarán de aparecer desolladas en los basurales de Monterrey gracias al poder del coach, el guía, el gurú, el bronco independiente que revienta su cuaco a lo largo y ancho de la patria para aleccionarnos en el finísimo arte de ganar-ganar. O dicho de otro modo: en plan de voy derecho y no me quito. Adórenlo, morritas.


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