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2105 20 Mayo 2016

 

 

¡Buenas intenciones, no son buenas acciones!
(A propósito del cambio de dirección ejecutiva del IEMNL)
Lídice Ramos Ruiz

 

Monterrey.- Una de las pocas certidumbres, si no es que la única, que tenemos  los seres humanos en los tiempos que corren es la idea de cambio. Con esta certeza caminan a su lado, la sospecha y la expectativa sobre el sentido que dicho cambio tome, sobre todo, en los asuntos de conectividad y coexistencia política.

Y si de política a favor de los asuntos de mujeres hacemos referencia, saltan y saltan cada vez más alto, palabras y narrativas de igualdad entre mujeres y hombres en los quehaceres políticos. Sin embargo, con claridad en asuntos de género y no poca frustración, asistimos a observar las prácticas políticas de un estilo de gobierno que se dice independiente y ciudadano en el estado de Nuevo León cuando realiza un cambio de dirección en el Instituto Estatal de las Mujeres.

Muchos esfuerzos ha costado al movimiento feminista mexicano la institucionalización de los temas de mujeres con perspectiva de género. Asumir la agenda política de las mujeres consensuada en Pekín, que permitió que las demandas femeninas adquirieran presencia propia en las férreas instancias patriarcales, no ha sido un camino libre de violencias. Se ha precisado la construcción de un “nosotras” para hacer llegar hasta el mundo institucional la formulación y legitimación de las demandas de igualdad entre mujeres y hombres.

En ese “nosotras” se incluye la creación de institutos, porque obliga a recoger en las políticas púbicas esos reclamos y que, sean por tanto políticas que pretendan incidir en las desigualdades y discriminaciones de género, condiciones indispensables para un cambio real en los entornos de vida de las mujeres y las niñas.

Con estas ideas y prácticas en mente, mi mirada entra en la compleja realidad política local que encuentro enredada entre los discursos de búsqueda de una renovada posición democrática y las prácticas a la hora de decidir, como si enunciar ¡buenas intenciones bastará para cambiar las incómodas realidades!

Me ha tocado, por fortuna, acompañar de cerca y a distancia a la vez, la institucionalización de la agenda pública de género en el Instituto Estatal local, así que, estas reflexiones me llevan a hilvanar las ideas en tres momentos.

En un ambiente de compromisos gubernamentales, los ejercicios democráticos de la creación del Instituto Estatal de las Mujeres en un primer momento, (2003-2004) estuvieron llenos de intrincados y confusos vericuetos para implementar los mecanismos, nombramientos y organigrama de funcionamiento del mismo. Las diferentes lógicas políticas del  activismo estatal de mujeres y de la institucionalización estuvieron presentes. Consultas con la academia, cursos con feministas reconocidas del ámbito nacional, perfiles de resistencias al interior del gobierno y de la sociedad tomaron cauce logrando instalar en los medios sociales el tema de los derechos humanos de las mujeres como derecho humano, derecho de humanas.

En un segundo momento (2005-2010), los quehaceres políticos sobre los presupuestos con visión de género y la distribución de los mismos para la transversalización de  la temática al interior de las instancias gubernamentales, fueron de la mano con la conformación de institutos municipales y la certeza de que sin personal preparado al interior de ese mundo institucional, todo sería buenas intenciones y pocas prácticas asertivas.

A la par de estas acciones, los años de 2005 a 2007 fueron ricos en  discusiones y propuestas sobre la Ley de Acceso a una Vida libre de Violencia para las mujeres y las niñas. El peso de las relaciones de género en la estructuración de creencias, significados y prácticas de los actores de los poderes legislativo, judicial y ejecutivo aumentó los grados de complicación y entendimiento de la ya, de por sí, multivariada temática de violencia. El apoyo y canalización  de la población abierta serán desde entonces una constante de los esfuerzos del Instituto, algunas veces con éxito y otras con demoras o escasas salidas, pero eso sí, se convirtió en un referente al que las mujeres nuevoleonesas pueden acudir y ser orientadas.

Las relaciones de atención y canalización  a la violencia de género desde el ángulo femenino, el crecimiento de la conciencia ciudadana, los acercamientos de hombres por la no violencia, los reclamos de grupos de mujeres organizadas, la participación de los consejos ciudadanos dentro del Instituto, condujeron en un tercer momento (2011-2015), además de los quehaceres cotidianos ya asumidos, a profundizar en el estudio de los quiebres de la democracia patriarcal moderna.

El debate sobre la crisis de la política contemporánea centrado en la relación sexo y poder fue apreciado en las vinculaciones logradas con la academia, en especial con la Universidad Autónoma de Nuevo León y el Tecnológico de Monterrey. Siempre dentro del respeto irrestricto a los márgenes institucionales, se planearon los Seminarios “Ni más ni menos: iguales” “Igualdad y Democracia” y Conversatorios sobre las libertades de las mujeres en el marco del  compromiso ético de respeto de las diferencias y espacios de actuación, con la meta de sociedades de inclusión para las actrices y actores de carne y hueso.

Sin duda, contar con un Instituto que atienda con visión política y habilidades técnicas la experiencia vital de muchas mujeres, tanto en su vertiente individual como colectiva, ha sido complicado. Pero reconocemos en él, una voz que moviliza y atiende intereses de género de la entidad. Se consolidó institucionalmente con aciertos y errores, lleno de áreas de oportunidad y de caminos por recorrer, con la virtud de construir una cultura sobre el respeto a los derechos de las mujeres como sujetas de la historia y, no más, sujetas pasivas de la vida.

Se ha cumplido con métodos y técnicas de la perspectiva de género para actuar a favor de las necesidades urgentes de diversos grupos de mujeres. Podemos diferir en estrategias y orientaciones, pero no podemos dejar de reconocer que se mantuvieron bajo la dirección de la maestra María Elena Chapa en su objetivo: contribuir a colocar los asuntos de mujeres en la agenda pública y capacitar al funcionariado y a la población abierta sobre temas claves de los estudios de mujeres con perspectiva de género. Gracias.

Ahora, el sentido del cambio nos preocupa y ocupa, las expectativas de respeto a la voz ciudadana conocedora de los temas, no se han cumplido. Se pidió participación de grupos organizados de mujeres y no fueron llamadas a consulta a la hora de decidir. Se habla de respeto irrestricto a las leyes y no se llenan los requisitos del decreto # 20 del 17 de diciembre de 2003. Se nombra a una persona como presidenta ejecutiva que por su perfil profesional, no expresa que le interesen los temas con perspectiva de género.

Los signos del orden institucional que se perfilan en el cambio de dirección ejecutiva del Instituto Estatal, desde la ventana de la perspectiva de género, nos denuncian que el fenómeno rebelde y propositivo de la temática  a favor de la igualdad plena de este grupo social mayoritario en nuestra sociedad, que somos las mujeres, está quedando fuera del patrón de avanzada política que el gobierno del cambio ha enunciado.

¡Es nuestra obligación estar alertas a esa baja permeabilidad de las políticas de género!


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