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2141 11 Julio 2016

 

 

Éxito de los políticos simplones
Eloy Garza González

 

Monterrey.- George Lakoff es uno de los principales expertos mundiales en ciencia cognitiva aplicada al ámbito de la política. Estudió en el Instituto de Tecnología de Massachusetts y continuó en la Universidad de Indiana. Pero su verdadera fuente de conocimiento la obtuvo en Berkeley, donde se empapó de neurociencia y de ciencia de la conducta.

Con ese bagaje científico que es la divisa del siglo XXI escribió una obra imprescindible: “Metáforas de la vida cotidiana” (2001) y un pequeño tratado que marcó como un estigma la ideología de los demócratas norteamericanos: “No pienses en un elefante” (2007), donde explica los motivos por los que el partido del asno suele estar en desventaja intelectual frente al partido del elefante, es decir, el republicano.

Los republicanos, según Lakoff, y especialmente ahora Donald Trump, están más entrenados para enmarcar sus simplonadas y saben explicarlas con dos o tres frases rotundas.

Por el contrario, el pensamiento progresista como el de Hillary Clinton tiende a retorcer con tecnicismos su discurso y a adoptar finalmente la terminología propia de sus rivales: es decir, son reactivos a las simplonadas de Trump. Los demócratas se condenan así, sin querer, a correr detrás de sus adversarios. Bailan al son que les toca Trump.

El resultado es que los demócratas (a excepción del magistral y simple Bernie Sanders) se alejan de su base electoral, despojados de su poder de comunicación. Obama, un ejemplo de pensamiento complejo, perdió su encanto; se volvió un tecnócrata frío y distante. “El Obama candidato que entendía intuitivamente con simpleza el reto de la comunicación se enredó en el brete de gobernar”. 

La gente quiere y necesita que le hablen de valores (como lo hace Sanders o como a lo bruto pero con efectividad lo hace Trump) y está dispuesta a votar al que, más allá de sus convicciones íntimas, consiga satisfacer aquel deseo o necesidad del modo más sencillo y auténtico.

Hillary Clinton no habla de valores simples. Y eso la remite  al sótano electoral de la complejidad aburrida. Nada será igual para Hillary en esta campaña que viene, si en vez de simplicidad, se embrolla en el discurso confuso y no claro del político directo.


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