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2144 14 Julio 2016

 

 

Videgaray y su operador del PRI
Eloy Garza González

 

Monterrey.- Todo Primer Mandatario procede a partir de una máxima administrativa: “yo soy mi gente”. Esto quiere decir: si mi equipo de colaboradores es joven y ajeno a la vieja clase política (aunque forme parte del establishment) yo como gobernante me veré reflejado en ellos. O más claramente, “seré” ellos. Ventaja adicional será que “toda mi gente” sea vista como hechura mía.

El término hechura es de vieja escuela administrativa. Ahora se habla usualmente de hechura de políticas públicas, pero el origen del concepto se ubica en el siglo XVII, durante el reinado español de Felipe IV y era  sinónimo de discípulo político. Don Gaspar de Guzmán, Conde-Duque de Olivares tenía sus hechuras que reclutó, formó y educó profesionalmente al servicio del Rey y luego los integró al incipiente aparato administrativo real, una especie de antecedente español del servicio civil de carrera.

La principal hechura de Peña Nieto se llama Luis Videgaray. Y ahora le ha delegado a Videgaray el manejo del PRI a través de Enrique Ochoa. Por lo demás, es innegable que la hechura más aventajada de Peña es Videgaray: el secretario de Hacienda que fue secretario de Finanzas del Estado de México (2005- 2009).

Se sabe que Hacienda no es una dependencia para hechuras sino para economistas formados y mejor curtidos. El pobre de Ernesto Cordero, en tiempos de Calderón, fue la excepción que confirma la regla. En tanto se aprende a conducir el timón y se diseña un plan de estabilidad, los hechos te rebasan por todos los flancos y la macroeconomía se pone en entredicho. Tampoco basta con que el secretario de Hacienda ostente la confianza presidencial para que los legisladores lo atiendan.

Así lo comprendió en su mandato presidencial Carlos Salinas y por eso no designó a ninguna de sus hechuras (que también las tuvo y al mayoreo) al frente de Hacienda. Prefirió decantarse por un tecnólogo con luz propia: Pedro Aspe Armella.

Ni aquí ni en China un presidente pone a un inexperto a operar los hilos de las finanzas. Ernesto Zedillo sí puso de titular a una hechura suya, Jaime Serra Puche y ya sabemos cómo le fue: pagó muy caro el noviciado. Luego remató con otra que por ningún flanco era hechura suya: Guillermo Ortiz Martínez y después José Ángel Gurría, actual secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico..

Inexperiencia y ambición: ese fue el coctel Molotov que preparó Felipe Calderón al nombrar como su secretario de Hacienda a Ernesto Cordero. La conclusión de su mandato fue un enredo soberano. Calderón, que debió actuar como estadista, se comportó como un irresponsable nombrando para tan delicado puesto a un político panista del montón, sin contactos empresariales ni talento económico alguno.

Con Luis Videgaray al frente de esa dependencia fundamental, que ahora aúna el PRI con Enrique Ochoa, se forma el fracaso perfecto para la sucesión presidencial. El declive priista será inevitable e irá de la mano con el fracaso de la política económica del gobierno federal.


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