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2151 25 Julio 2016

 

 

MALDITOS HIPSTERS
Mujer que se recuesta como un gato
Luis Valdez

 

Monterrey.- Algún Dios inventó a los gatos con la capacidad para ser elegantes y a las mujeres con la capacidad para imitarlos. Sólo he conocido a un gato despreocupado y torpe en su limpieza. Pero no he conocido a una sola mujer que no sea peligrosa.

Las mujeres que juegan a ser objetos del deseo y a la vez soltar algo de betún filosófico, caen en el descuido de no alejarse demasiado de los hombres. Madame de Stäel decía que “Mientras más conozco a los hombres más me gustan los perros”; pero otros le atribuyen la misma idea a Diógenes y a Lord Byron. En todo caso, tuvo que considerar a los hombres para una simple comparación.

Simone de Beauvoir, siempre en un café a un lado de Sartre. Dicen que ella era la verdadera filósofa del existencialismo. En todo caso, era “Castor”, para el célebre autor de La Náusea. Yo no sé si Castor por aquellos tiempos fuera un bonito apodo. Pero no lo identifico como un animalito sexy.

Hanna Arendt hizo lo suyo con Martin Heidegger: una intensa serie de acostones desde finales de 1924 hasta la primavera de 1926. Bendita filosofía.

Los pintores y escultores también han podido tomar su rebanada de pastel: Picasso las volvía literalmente locas, Rodin le enseñaba a sus alumnas a esculpir directamente desde las partes de su maestro, Diego Rivera feo cual sapito humanoide pero bien que se le armaba con chavitas y todavía no logro visualizar cómo embonaron en algún momento sus formas con las de la Frida (aunque hay una serie de ilustraciones de cómo lo pueden hacer los gorditos creativos).

Y todos, hipnotizados por esos movimientos felinos de las mujeres, que llevan al alcoholismo a Poe, a la aventura a Hemingway y a la pérdida de una Oreja a Van Gogh (ya se maneja la teoría de que la mentada prostituta era una mesera que tuvo que trabajar porque endeudó a su familia al haberse enfermado de rabia).

Si tales pasiones nos despiertan las mujeres en su andar, ¡imaginen ya el recostarse! Que Dios nos agarre confesados, porque ya después habría mucho más que confesar. Entiendo así la desconfianza que sienten unas mujeres por otras. Son capaces de muchas cosas. Son capaces de provocar que un tipo se ponga a escribir poesía y luego reírse de lo que escribe, son capaces de orillar a un hombre a que les lleve serenata y luego no salir ni a la tercera ni quinta canción. Y los mariachis no son baratos. Son capaces de provocar que un hombre repruebe un semestre de la universidad y con eso altere su futuro.

Y claro, no se harán responsables de nada. La culpa siempre será de los estúpidos hombres. Eso es lo más divertido del asunto.

Lo que resulte, es drama griego repetido una y otra vez.


 

 

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