Suscribete

 
2156 1 Agosto 2016

 

 

Las transas de la doble tributación
Eloy Garza González

 

Monterrey.- Lo peor de los impuestos es la doble tributación. En muchos casos los ayuntamientos y el Estado cobran por lo mismo dos veces. Me refiero, por ejemplo, al pago del impuesto de venta de bebidas con alcohol.

Los negocios de este giro tributan al ayuntamiento una fuerte cantidad de dinero. Y luego le pagan al gobierno del Estado otra fuerte cantidad exactamente por el mismo concepto. Que tengan nombres distintos –uno es anuencia y la otra es licencia– no significa que sea la misma gata revolcada.

Lo anterior, sin contar con gastos extras, derivados de esa doble tributación. Por ejemplo, es necesario volver a presentar un plan de contingencia. Ese plan lo diseñan proveedores que están solapados con la autoridad pública. Si yo presento un plan de contingencia mejor que el de estos proveedores, no tendrá validez legal, aunque esté mejor hecho que el plan oficial.

La respuesta típica del gobierno es que quiere moderar la venta de alcohol. Pero eso es otra mentira flagrante. Es falso que tomar un buen vino tinto, o un whisky single malt afecte mi salud. Y si la tomo en cantidades superiores a la conveniente para mi organismo es mi problema, no del gobierno que pretenda actuar como mi papá.

Existen impuestos que al menos se enfocan a controlar problemas específicos como la obesidad infantil con la tributación a la comida chatarra. Pero este impuesto, irónicamente, a diferencia del impuesto al alcohol, no se cobra doble.

Curiosamente, en la pasada campaña electoral todos los candidatos a gobernador prometieron quitar esta doble tributación por su evidente incongruencia. Pero ahora ya se les olvidó a los gobernantes actuales. Ni la CANIRAC siquiera se atreve a recordarles nada, por miedo de sus dirigentes o por complicidad.

Si el Estado nos dijera concretamente para utiliza el dinero recaudado por esos conceptos, al menos tendríamos claro en qué se aplica este gasto. Pero esa información se la reservan los funcionarios públicos. Es un misterio a dónde se destinan.

Claro, el lector puede imaginarse con relativa facilidad, a dónde van a parar esas cantidades fuertes de recursos que nos quitan a todos los contribuyentes, por una vía o por otra.


 

 

15diario.com