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2200 30 Septiembre 2016

 



Confesiones de un paranoico
Eloy Garza González

 

Monterrey.- Tengo un establecimiento comercial en un edifico de 18 pisos, en una de las ciudades con mayor poder adquisitivo en América Latina. El restaurante vecino, “Piola”, quebró en menos de dos años. Una absurda campaña difamante en cierto periódico local, aunado a nuevos restaurantes del mismo giro, lo hundieron tristemente.

Otra marca, en el mismo edificio, “Las Naciones”, ponderado por el periódico, en cambio, como el mejor en su género, se volvió local fantasma: no se paraba nadie. Igual suerte corrió, en la acera de enfrente, el “Urban Deli” y el “Pizza Amore”.

En nuestro edificio, un grupo de inversionistas montaron a todo lujo “El Gran Venteno”, de alta cocina. Duró poco más del año, subsidiando sus pérdidas mensuales. Se dio por vencido hace meses.

Otro bar, puesto con toda la mano, con inauguración espectacular, cerró dos días después, a causa del crimen organizado. Se habla de una plaza comercial cercana a nuestro negocio, con "Olive Garden” y "Red Lobster”, a punto de ser clausurada.

Bares de salsa como “El Miami”, “Marea 16”, “Cayo Caribe”, “La Rumba” ya no existen. Hasta el “Skandal” desapareció. Mientras tanto, como nave en altamar, con decenas de clientes fieles, una buena administración y la confianza en nuestro concepto, el Mandela sigue bailando al son de nuestro público.

Después de dos años y de guerra sucia, seguimos con números negros. Y vamos por más. Ese mismo periódico nos auguró dos meses de vida. Ahora dicho medio apenas sobrevive, tercamente ajeno al modelo de negocio de prensa.

No es suerte. Es el aburrido ejercicio de la buena gestión. No nos interesa cubrir todo el mercado. Tenemos nuestro nicho bien definido. Y las ganas de estar al día en géneros musicales como salsa y bachata.

Ningún secreto clave. Pura persistencia y voluntad de estar alerta. O como decía el viejo sabio Andrew Grove: “solo los paranoicos sobreviven”.

 

 

15diario.com