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2200 30 Septiembre 2016

 



INTERÉS PÚBLICO
Dilemas panistas
Víctor Reynoso

 

Puebla.- El proceso panista para nominar candidato a la presidencia de la República en 2018 ya inició. Al menos tres dilemas enfrentarán los dirigentes y militantes del PAN en este proceso: la competencia interna por la candidatura, que podría dar lugar a un “frenesí autodestructivo” que dañará al partido y por tanto a su candidato; la tensión entre los intereses particulares (de individuos y grupos) y el interés de la organización.

Y finalmente, el dilema que plantea el método de elección del candidato, la votación de la militancia, ante las severas acusaciones que ha recibido en padrón interno del partido.

El primer dilema es el más obvio y el más inmediato. En el PAN hay varios militantes que han expresado su legítimo derecho a ser candidatos a la presidencia de su partido. Van a competir entre ellos. Y la competencia política puede ser cruel. Se ha dicho que, en ocasiones, los políticos tienen, fuera de su partido, adversarios, y dentro de su partido, enemigos.

Pero aunque no sea el caso, la dinámica propia de toda competencia política tiene a ser autodestructiva. Al menos la que se da dentro de una organización. Por lógica, la competencia lleva no sólo a destacar las propias cualidades, sino los defectos del adversario. Véase si no el debate de esta semana entre Clinton y Trump. No es falta de ética ni de propuestas. Es que es frecuente que se avance más disminuyendo al otro que presentado proyectos, programas o méritos propios.

El dilema está en que al atacar al rival puedo atacar también a su partido, que es el mío. Puedo hurgar en la basura de mi adversario y mostrar lo que encuentre al público, pero al hacerlo es probable que ensucie a mi organización y a mí mismo. Un dilema difícil, sobre todo cuando las pasiones se desbordan.

Esa es la razón por la que muchos partidos prefieren “candidatos de unidad”: una sola candidatura, acordada por los diversos líderes y grupos, para evitar la competencia interna y el muy frecuente fuego amigo.

El segundo dilema es parte del primero. Consiste en que centrado en mi interés particular, pierdo de vista mi interés como parte de un todo, en este caso de un partido. Y con esto realizo acciones que me acaban dañando, como consecuencia no deseada de ver la parte que soy y no ver el todo del que soy parte.

El tercero es menos general, aplicable por ahora a la situación concreta del PAN. Los tres últimos candidatos a la presidencia de este partido (para el 2000, el 2006 y el 2012) fueron electos por toda la militancia del partido. En 2000 no hubo problema, porque solo había un candidato (Vicente Fox). Para 2006 las heridas internas no trascendieron. Las partes en pugna, Santiago Creel y Felipe Calderón, llegaron a un acuerdo sobre las formas para implementar la elección. Calderón ganó por un margen suficiente y se evitó así algún conflicto. En 2012 hubo más tiroteo interno, y la candidata electa, Josefina Vázquez Mota, llegó un tanto debilitada a la campaña presidencial.
Después de la derrota en 2012, los panistas hicieron un amplio ejercicio de autocrítica. Una de las conclusiones más importantes de la misma fue depurar el padrón, el famoso “refrendo”. De algo menos de dos millones de militantes quedaron unos 300 mil.

Las razones por las que el padrón aumentó tanto y por las que después haya tenido que ser depurado, son varias. Una, que muchos ciudadanos se afiliaron pensando que ser parte de un partido en el poder podría dejarles algo, como un trabajo en el gobierno. Otra, que es la que plantea el tercer dilema, es que grupos políticos hicieron ingresar al partido redes clientelares para favorecerse en las elecciones internas.

En este último caso se trataría de una militancia ficticia, o peor aún, comprada para favorecer intereses particulares. Que ha existido dentro de PAN no es una opinión ni un supuesto: es un hecho reconocido abiertamente por los panistas. Por eso algunos proponen un método distinto a la elección por militantes para nominar a su candidato para el 2018.

En estos dilemas estará a prueba la institucionalidad del PAN. Pero también la capacidad artesanal de sus políticos, su habilidad para administrar las pasiones e intereses dentro del partido. Empezando por los propios.

 

 

15diario.com