MUROS Y PUENTES
Bye, Bye, Trump
Raúl Caballero García

Dallas.- Tercer debate, la misma historia. Hillary Clinton se impuso segmento a segmento, se vio mejor intervención tras intervención, bloque a bloque pasó por encima de un taciturno Donald Trump. Le puso una tunda a un oponente sin punch. El respaldado por el Partido Republicano vivió una derrota contundente, la tercera al hilo, debate a debate. La candidata demócrata lo va a aplastar el 8 de noviembre.

El moderador Chris Wallace, de Fox News, muy bien.

La nota “de ocho”, como se decía antes en las redacciones de los periódicos, la dio Trump… en su propia contra. Reiteró su empecinamiento de no aceptar el resultado en caso de no ganar (y no ganará). Con eso sencillamente echó por la borda cualquier expectativa que quedaba encendida en su partido. Si sigue en sus siete hará el ridículo.

Insistió en sugerir que enfrenta una elección arreglada a favor de su rival (con lo que se da un tiro en un pie) y remató con su negativa a comprometerse a aceptar el resultado electoral. “Los voy a dejar en suspenso”, dijo. Lo que deja es un bochorno entre sus correligionarios que aún se precian de pertenecer a ese partido; desacredita las instituciones democráticas sin fundamento real; es sólo la pataleta del niño rico berrinchudo, digo de un tipo rico y berrinchudo; le echa tierra a la historia electoral de un país que ha demostrado civilidad en las urnas; en suma, abre antes de tiempo la puerta de su salida de esta elección.

En fin, resalto que ella se vio bien preparada, enfática en sus golpes, en sus argumentos; de entre los primeros le reviró con un “lágrimas de cocodrilo”, cuando él aludió la fuga de empleos; al remitirlo a sus coqueteos con Vladimir Putin, lo tildó de “títere” del presidente ruso; respecto al aborto indicó que la de Trump, en ese asunto, es una retórica que asusta; cuando él quiso repetir que los años de experiencia de ella son negativos, ella le contestó enumerando décadas y situando lo que ella realizaba en favor del país en tanto él se entretenía creando mañas, y actividades frívolas… resulta exhaustivo reseñar momento a momento, porque el hecho es que le puso una severa tunda, y sus golpes ella los respaldaba con argumentos, así, en los diferentes temas ella supo exponer su plataforma ante otra difusa y ambigua balbuceada por él. En suma, ella acudió notablemente preparada, él terminó de desdibujarse.

El debate estuvo cargado con cuestiones bien planteadas; Wallace supo hacer su trabajo, así entonces, se enzarzaron en lo referente a la inmigración, el aborto, la economía, la educación, temas sociales, temas de política exterior, etcétera.

Y sí, Wallace tocó el asunto de la inmigración, ante el cual, si bien ni uno ni otra dijeron nada nuevo, resaltan dos aspectos a señalar: por una parte, una vez más Hillary aprovechó para exhibir a Trump con sus dotes de antiinmigrante y sus deslices en torno a la satanizada frontera y, por otra parte, refrendó su promesa de la reforma migratoria.

Leo mis garabatos al vuelo en mi libreta y constato que round a round se repite la paliza. Ella se consolida para obtener el triunfo, para ganar la Casa Blanca; en tanto que Trump se perfila para dejar una mala imagen, un pésimo recuerdo, un panorama deplorable en su propio campo de batalla: dejará al Partido Republicano más que dividido… habrá que ver si cicatrizan las heridas o se siguen infectando.

Ahora todo indica que mujeres, negros, latinos, asiáticos y jóvenes, apoyan a Hillary (pero se les requiere que salgan a votar); y algo más: queda abierta la posibilidad de ganar la mayoría en las dos Cámaras.

Ella refrendó sus credenciales progresistas, él su retórica del desastre: pólvora mojada. Vimos pues una candidata con tablas que puede ser una presidenta fuerte, una presidenta bien posicionada, con gran capital político para desenvolverse con holgura.

Y encima, al final, vino el acabose: él ratificó su violencia de género al vociferar, por encima de la respuesta final de Hillary: “¡qué mujer tan asquerosa!”…

¡Uf! ¡Adiós Trump!