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2215 21 Octubre 2016

 


Patrullero ante las cámaras
Eloy Garza González

 

Monterrey.- Hace días, conduciendo un vehículo en la ciudad de México, me detuvo una patrulla. Se trataba de una revisión de rutina. No objeté la inspección. Pero cuando me pareció que el agente se excedía en sus facultades, comencé a videograbarlo.

El agente se ofendió y me exigió, alzando la voz, que guardara mi celular. No lo hice: ¿en cuál artículo del reglamento de tránsito se establece que no puede grabarse un operativo de algún guardián del orden? El ciudadano tiene la plena libertad para hacerlo. Si el policía se ofende, es su problema, no el nuestro.

De hecho, sería conveniente que todos los patrulleros portaran cámaras de video en sus uniformes. No es un programa caro ni complejo. Ya lo hace San Pedro, Monterrey y Escobedo con sus respectivas corporaciones. Subir a la nube digital sus acciones no es atentatorio contra sus facultades legales, sino un derecho ciudadano. Incluso se ahorrarían muchas denuncias de personas que se sienten lesionadas en sus derechos humanos. En las ciudades donde se ha implantado esta tecnología, han disminuido significativamente las quejas contra la policía. Buen indicio.

El problema de estos dispositivos policiacos consiste en que el agente puede activar o desactivar a su antojo la videograbación. No pasa así con la policía británica con 22 mil dispositivos instalados en cada agente (body-cam) que vigila los barrios de Londres. En México prácticamente se prohíbe al ciudadano que lo haga con su propio celular, con el argumento de que solo puede hacerlo a una distancia no menor de un metro. Grabar así, en mitad de la noche, se vuelve una operación complicada, más si estamos en medio de un operativo hostil.

Los primeros gobiernos locales que instalaron cámaras de video en los uniformes de sus policías fueron los daneses, en 2005. Dinamarca es pionera de esta medida de observación permanente de la autoridad pública en funciones. Ahora se aplica en EUA, Canadá y Holanda, con resultados muy favorables. Videograbar a la policía debe ser algo perfectamente legal, sin que nadie se escandalice por eso.

Pero el ciudadano también tiene derecho, a su vez, de grabar al servidor público. Yo traté de hacerlo y el patrullero por poco arroja mi celular al suelo. Las nuevas tecnologías pueden reducir la prepotencia de las autoridades, pero la necedad cavernaria de muchos supuestos guardianes del orden sigue siendo la costumbre en algunas megalópolis, comenzando por la Ciudad de México.

 

 

15diario.com