Suscribete

 
2219 27 Octubre 2016

 


INTERÉS PÚBLICO
Emociones aflictivas y política
Víctor Reynoso

 

Puebla.- El estudio de la influencia de las emociones en política apenas comienza. Es un tema complejo y es poco lo que podemos decir sobre él. Pero es posible plantear analogías tentativas entre las emociones individuales y las colectivas, que dan lugar a fenómenos en principio difíciles de explicar, como el Brexit, la elección de Rodrigo Duterte como presidente de Filipinas y la popularidad de Donald Trump.

La idea del “periodo refractario” planteada por Paul Ekman puede ayudar entender estos hechos.

Ekman, uno de los psicólogos contemporáneos más reconocidos, plantea que las emociones son reacciones automáticas frente al medio ambiente para sobrevivir. Ante una situación de peligro la emoción se activa y hace actuar al organismo de determinada manera. Plantea también que están diseñadas, evolutivamente, para “pasar por debajo del radar de la razón”. Deben generar respuestas inmediatas, y si pasaran por la razón tardarían demasiado.

Si bien las emociones así consideradas son instantáneas, pueden generar estados permanentes si las ideas o estímulos que las generan se repiten en la mente del individuo. Si, con razón o sin ella, las personas perciben una amenaza en los inmigrantes de Europa Oriental (Brexit), en los delincuentes (Filipinas) o en los mexicanos (Trump) se pueden generar en ellos emociones que prácticamente los “secuestren”.

Es la idea de periodo refractario de Ekman. Ante una situación de peligro la mente humana activa un mecanismo que permite percibir solamente aquello relacionado con la amenaza. Literalmente dejamos de ver y oír otras cosas.

Si el lector es un poco observador de sus propias emociones, seguramente notará alguna situación en la que ha caído en periodo refractario.

Y si la idea de la amenaza permanece en nuestra mente, la emoción permanecerá también, y de alguna manera el periodo refractario.

Difícilmente habrá razones o datos que nos hagan cambiar: somos refractarios a lo que no tenga que ver con la amenaza, lo eliminamos automáticamente.

Vistas desde fuera, parecen de todo insensatas las decisiones de los británicos de dejar la Unión Europea, de los filipinos al elegir a Duterte, de millones de norteamericanos para apoyar a Trump. La explicación no está en un cálculo racional de las consecuencias que estas decisiones tendrían para quienes las apoyan. Parece estar más bien en emociones desproporcionadas ante lo que se percibe como amenazas.

Claro que ante estas emociones secuestradoras, la razón puede entrar en juego y aclarar el panorama. A veces un poco tarde, como en el Brexit: muchos se arrepintieron ya de esa decisión. A veces a tiempo, como parece ser el caso de Trump, que ha perdido simpatizantes y lo más probable es que pierda la elección. El caso de Filipinas, donde el presidente electo este año ha llegado a amenazar con dejar la ONU y formar una organización alternativa con China, todavía no muestra cambios.

La discusión racional, el enfrentamiento de ideas y propuestas, el cálculo de las consecuencias, es la salida a las emociones aflictivas que nos hacen creer que nuestra seguridad está en riesgo cuando no es así. Pero el remedio no siempre funciona.

Vinculado con todo esto, para quienes ven la política a partir del eje izquierda-derecha serán incomprensibles y hasta difamatorias las analogías que se han hecho entre Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador. Supongo que al primero hay que ubicarlo en la derecha extrema, y al segundo en la izquierda atinada. Pero si los vemos desde la perspectiva de las emociones que producen ambos políticos, seguramente están más cerca de lo que se piensa.

* Profesor de la UDLAP.

 

 

 

laq151

15diario.com