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5 de julio de 2010
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LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO}

La guerra en el quinto dominio

Edilberto Cervantes Galván

 

La confrontación bélica ha ido evolucionando y ampliando sus instrumentos y medios. Las guerras se han librado en tierra, en el mar, en el aire, en el espacio y ahora, a comienzos del siglo XXI, se abre un “quinto dominio”: el ciberespacio.

 

La guerra electrónica vía Internet es ya una realidad. Si bien este tipo de guerra no es tan estridente o salvaje como la que se libra con armas letales dirigidas a personas, el impacto de un ataque cibernético puede ser de consecuencias devastadoras en cualquier país.

 

Las redes de Internet y las computadoras se encuentran operando en todos los ámbitos y actividades: en las empresas, en las oficinas de gobierno, en los sistemas de transporte, en gasoductos y refinerías, en instalaciones y equipo militar y en las comunicaciones en general.    

 

Si se afecta uno o varios de esos sistemas se calcula que el impacto devastador de un ataque cibernético puede ser equiparable al de un ataque nuclear. No tiene por qué ser destructivo en término de vidas humanas, basta con que se logre inmovilizar la capacidad productiva o se bloqueen los sistemas de comunicación.

 

Por eso es tan importante el sector de las telecomunicaciones, ya que forma parte de los sistemas de seguridad estratégica de cualquier país y por ello es que el estado mexicano debe mantener el dominio sobre el espectro radio eléctrico.

 

Ejemplos de guerra cibernética abierta ya se han publicitado. No nos referimos a los delitos que son comunes en la Red ni a las infiltraciones con interés comercial o la obtención de información personal. Se trata de operaciones con un sentido militar. Lo curioso es que en ambos casos se señaló como el origen o fuente probable de los ataques a Rusia.  

 

En 2007, las computadoras del gobierno de Estonia, las de su sistema financiero y las de los medios de comunicación, fueron inutilizadas, en lo que se conoce como un ataque de “rechazo de servicio”, al saturar las vías de comunicación con solicitudes de algún tipo de servicio.

Después, en 2008, en la guerra de Rusia contra Georgia, los ataques cibernéticos se coordinaron con el avance físico de las tropas rusas. En ambos casos la ubicación de los equipos desde los que se operaron los ataques era en países occidentales, no en Rusia.

 

La guerra por medios cibernéticos y la Internet es ya un asunto que ocupa a los gobiernos de las grandes potencias. China, Rusia, Inglaterra, Estados Unidos, entre otros, han utilizado estos medios para realizar tareas de búsqueda y procesamiento de información de interés estratégico y de seguridad. Es de lo más común la sustracción de bases de datos de sistemas computacionales, la siembra de virus o basura en momentos críticos en equipos seleccionados.

 

Otro aspecto relevante es que para la guerra cibernética no se requieren grandes equipos o instalaciones, es suficiente con una computadora potente y un operador con talento. En ese sentido las “armas cibernéticas” pueden ser baratas, y más limpias, si se comparan con los dispositivos de la guerra convencional. De allí que pueden ser aprovechadas por países de escaso potencial económico y hasta por bandas terroristas.    

 

Por lo pronto, los gobiernos de las grandes potencias mundiales ya están creando grupos de inteligencia cibernética y sistemas para iniciar o repeler ataques vía el ciberespacio. Esto ya no es ciencia ficción.

 

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