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5 de julio de 2010
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ANÁLISIS A FONDO

Presagio de la jornada electoral

Francisco Gómez Maza

 

Funcionó la mitológica democracia representativa

La de ayer, jornada electoral premonitoria de 2012

 

mazaimgA las seis de la tarde de ayer, parecía que las elecciones en 15 estados, de las cuales en 12 se renovaron gubernaturas, habían trascurrido, salvo incidentes que podrían calificarse de menores, en el contexto de la sangrienta violencia en que vive el país, en paz. Las encuestadoras que realizan las llamadas “encuestas de salida”, sin embargo, aún no llenaban sus cuadros de resultados. Las páginas en línea de los diarios que se editan en el Distrito Federal, por su parte, no informaban de ningún dato duro. Habría que esperar los resultados preliminares de cada estado para conocer qué partido triunfó, aunque algunos expertos, daban como claro ganador al Partido Revolucionario Institucional en la gran mayoría de las entidades federativas donde hubo elecciones para renovar la gubernatura. Obviamente, no se contaba con porcentajes de votantes, y sólo se presumía que la abstención pudo haber sido mayúscula debido al miedo de muchos ciudadanos de salir a la calle por el clima de inseguridad alimentado por la mediática oficial, por los mensajes alarmistas del presidente de la república, por la violencia sanguinaria de la víspera, por la guerra sucia entre partidos, por la parafernalia en torno al accionar de la “delincuencia organizada”.

 

Se celebraron elecciones en Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz, Zacatecas, Baja California, Chiapas y Coahuila. No se renovaron las gubernaturas de Baja California, Chiapas y Coahuila, en los que sólo hubo recambios de ayuntamientos y del Congreso local, en Chiapas. Pero lo importante para este columnista no son los resultados electorales. Como hemos dicho, todas las encuestas daban como ganador mayoritario al PRI, hecho comprensible por el cansancio de los contribuyentes de las majaderías, del fundamentalismo, de la ineficiencia y la ineficacia del actual partido oficial del presidente Felipe Calderón, el derechista Partido de Acción Nacional, tanto que el oportunista Partido de la Revolución Democrática, sedicente izquierdista, tuvo que aliarse con la derecha para tratar de doblegar al Revolucionario Institucional. Que lo haya logrado no tiene la menor importancia para nuestro análisis. Lo sustancial es que las elecciones de ayer domingo 4 de julio fueron un laboratorio de lo que podrían ser las elecciones federales ya a la vuelta de la esquina, a celebrarse en el 2012, cuando se pondrá a prueba de fuego la permanencia de los conservadores en la presidencia de la república. Hay sobradas y justificadas razones para prever una debacle de Acción Nacional. Creado para ser oposición, nunca aprendió a ser gobierno. Ni en los seis años de Vicente Fox, ni en el gobierno de Felipe Calderón que prácticamente se ha acabado. Ya no tiene futuro. No supo ser presidente; no supo ser Ejecutivo, más que tratar de legitimarse con la violencia institucional concretada en la guerra contra la delincuencia organizada, que no sólo está vigente, sino con mayor fuerza que el llamado Estado.

 

Hoy, los periódicos es posible que salgan a la circulación sin datos definitivos de los resultados de la jornada electoral. Puede que indiquen las tendencias. Los institutos electorales trabajan muy lentamente, cual burócratas, y las computadoras de los Preps (Programas de Resultados pre Electorales) están contagiados de la pereza de los funcionarios jurisdiccionales. Unos sistemas de cómputo son lentos; otros “se caen” cuando los resultados no favorecen al partido en el poder. Las casillas electorales se cierran a las seis de la tarde y no había ningún indicio de los resultados. Las páginas de las encuestadoras, detenidas. Sin información. Y como dijimos arriba, pasados unos 15 minutos de las 6 de la tarde, la mayoría de las autoridades electorales locales reportaron sólo incidentes menores en algunas casillas, principalmente enfrentamientos verbales.

 

Falló, pues la estrategia del miedo y del terror. Es de suponerse un alto porcentaje de abstencionismo, mayor al normal en tiempos de paz, pero lo importante es que el modelo de democracia representativa – que no funciona ni funcionará en ninguna sociedad llamada “democrática” – salió airoso. Y no es que me conforme. Preferiría una democracia participativa. Pero es lo que los mexicanos tenemos, muy a pesar y en contra nuestra, porque nadie, a ningún partido político de los actuales, y menos al gobierno en turno le conviene un cambio radical hacia una democracia en la que no sólo haya elecciones, sino que los servidores electos, ya habiendo tomados posesión, estén al arbitrio de la ciudadanía e incluso puedan ser removidos, hasta el presidente del llamado poder ejecutivo, si no sirven, si son inútiles, o si sistemáticamente “gobiernan” sólo para beneficio personal, de grupo partidista, o para privilegiar a los poderosos económicamente. Nadie que esté en el “poder”, se califique de derecha, de izquierda, o del inexistente “centro democrático” está dispuesto a reformar de tajo las Constituciones para lograr un cambio radical en las relaciones del Estado, que el Estado verdadero, no el mito del Estado actual, no es el gobierno, sino toda la sociedad y principalmente la sociedad, tanto que tendría que construirse un organismo ciudadano para permanentemente pedir que los “representantes populares” rindan cuentas con frecuencia y soliciten la aprobación ciudadana, mediante referéndum, consulta popular, u otra forma, para tomar las grandes decisiones de políticas públicas, como es el caso de la guerra contra la delincuencia organizada, que en una democracia participativa habría tenido que ser consultada por el gobierno para echarla a andar.

 

Así, haya ganado la mayoría de los votos que los ciudadanos depositaron en las urnas, escasos, de eso tengo absoluta seguridad; haya habido sorpresas, tenga usted la seguridad, querido lector, que mañana no habrá pasado nada, en el país en donde pasa todo lo más desagradable, y no pasa nada. El asesinato del candidato del PRI a la gubernatura de Tamaulipas se ha olvidado ya. Y tantas desgracias. “La delincuencia organizada” (¿?) sigue en ascenso. Los gobiernos siguen actuando con prepotencia, corrupción e impunidad. La delincuencia organizada de cuello blanco, haciendo de las suyas. Los estados de la federación, tengan el “gobierno” del color que sea, siguen en las mismas: obras de oropel, pero haciendo crecer exponencialmente la riqueza en muy pocas manos, a costa del crecimiento infinito de la pobreza de los trabajadores. Y no hay futuro, porque para que la trasformación pudiera darse tendría que haber, primero – conditio sine qua non – una profunda trasformación de los individuos, de  los políticos, de los empresarios, de quienes son los encargados de las mitológicas “instituciones”. En fin, otra jornada más. Quizá el triunfo más notorio de esta jornada electoral es que fue un laboratorio de las elecciones de 2012, en las que – por sus obras los conoceréis – el partido ahora oficial no tiene ni la más mínima oportunidad de sobrevivir, salvo que sus estrategas desde el Instituto Federal Electoral elaboren un programa de software que les dé el triunfo. Pero la ciudadanía organizada, la Sociedad Civil organizada, espero que en esa ocasión no lo permita.

 

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