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10 Noviembre 2010
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Música después de la balacera
Luis Valdez

Domingo 7 de noviembre. El grupo Tayer afina sus cuerdas. Hoy dejaron el puesto donde venden instrumentos musicales, discos y revistas, para subirse al escenario del Callejón del arte, en el Barrio Antiguo.

Más de tres calles son ocupadas para esta iniciativa de cultura de Monterrey: un mercado donde los caminantes domingueros encuentran antigüedades, artesanías, pinturas, fotografías, libros, música en cd, acetatos y audiocasetes, muebles rústicos y objetos especializados como máscaras italianas, objetos de material reciclado y muñecas de tela.

También se cuenta con un escenario donde se ha tocado música de géneros tan diversos como el rockabilly y la música tradicional norestense.

De eso trata la participación del grupo Tayer, que durante más de 10 años se ha dedicado a la recopilación, documentación y difusión de la música de raíz de la región, recogiendo (ya sea de manera bibliográfica o con investigación de campo) viejas canciones por el noreste de México y el sur de Texas.

El escenario está montado en la esquina de Mina y Abasolo, justo frente a la Galería Regia. Los peatones que nos vamos deteniendo frente al conjunto para apreciar el concierto en todo su esplendor, vamos cayendo presas de los nervios de que la calle sigue abierta y los autos pasan a escasos centímetros de nuestras espaldas, impedidos de centrar nuestra atención en la voz de Luis Fernanda Patrón, cuando presenta y canta su repertorio, o estar atentos al sonido de las llantas cerca de nuestros pies.

Rato después arriba una patrulla de tránsito, y sale un agente que comienza a regular el paso de los automóviles, hasta que suena su teléfono celular y se enfrasca en una discusión con quien se encuentra al otro lado de la línea.
A los de tránsito también deberían prohibirles usar sus teléfonos en horario de trabajo.

El grupo comienza a interpretar su repertorio con un tema autoría de Nacho Carrillo. Conocí a Anastacio Carrillo en las oficinas del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos, hace varios años. Él es promotor cultural y narrador oral. O sea, le gusta contar cuentos.

Al anunciar la canción “Las tres pelonas” como una de las favoritas de Pancho Villa, la letra lo confirma:

Estaban las tres pelonas, sentadas en una silla.
Y una a otra decían: ¡Que viva Francisco Villa!
Estaban las tres pelonas, sentadas en un sillón.
Y una a otra decían: ¡Que viva Álvaro Obregón!

Cuando confiesan lo increíble de que la canción La Cucaracha fuera, según algunos teóricos y estudiosos musicales, de origen española, cuentan al auditorio que se dieron a la tarea de conseguir la versión original (española) de La Cucaracha, y comprobar así, que nuestra cucaracha es otra, más mexicana, menos malaleche y en cambio, sí una cucaracha revolucionaria (la cucaracha española nadarás pica y molesta, en cambio la mexicana camina y lucha si tiene marihuana qué fumar). Y como es una canción adaptada a los tiempos que corren, el grupo Tayer nos cantó su versión de La Cucaracha.

Al concluir la canción, anunciaron que en estos días agitados uno a diario da gracias a la vida. Empezaron a tocar esta canción de Violeta Parra (que en lo personal ya he escuchado demasiado en las últimas semanas).

Afuera del Café Todos Santos había un trío de músicos que en plena calle tocaban bandolina, guitarra y banjo. Nunca había presenciado en vivo la melodía “Duelo de banjos”… es maravillosa.

Regresamos a la esquina del escenario. Luis Fernanda (voz y representante del grupo Tayer) cuenta la historia de un cantautor mexicano al que un empresario yanqui le quiso comprar los derechos de sus canciones. El mexicano le dijo a ese creador de ratones, patos que hablan y refriteador de cuentos populares que su obra era para niños mexicanos y no para que una empresa los fuera a meter a un castillo y no dejarlos salir jamás.

-Para don Francisco Gabilondo Soler, Cri Cri, Walt Disney era un ratón… un ratón vaquero. ¡Y ahí les va su canción!

El ritmo western de la pieza, se convierte a ratos en una música ranchera norestense, convirtiéndola en un estilo regional. El grupo Tayer se despide. Va a acabar el día tocando en el Teatro de Guadalupe N.L.

-El que quiera caernos allá al rato, está invitado.
-Tocamos orita cerca de la plaza, en el Teatro Sara García, a las ocho –dice Germán Cavazos, primera guitarra-. Ya saben, ahí después de la balacera de las siete.

 

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