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21 Diciembre 2010
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¿A dónde van las desaparecidas?
Luis Valdez

Apenas unos meses le di la última pasada de pintura a la calle de mi casa. Vivo frente a una avenida y cada mañana amanecía con graffiti. Pero las paredes de una ciudad son el reflejo de nuestros descaros, dramas y necesidades. Por eso este sábado alguien pegó una hoja de papel buscando a su hermana desaparecida.

En la fotografía de la fotocopia, la joven aparece con su rostro contraído. No tuvieron tiempo de editar el tamaño. De hecho la desesperación les hizo no pensar claramente en dónde adherir el anuncio. Por eso no está en el poste de la esquina ni en el cristal de una ventana. No. Está simplemente en la pared.

“La extrañamos y queremos verla de vuelta. Por favor, si sabe algo de ella, ayúdanos a encontrarla”.

¿Se atrevería usted, amigo lector, a quitar esa hoja de papel del muro de su casa? ¿Dónde la pondría? ¿Dónde la hubiera pegado si hubiera sido el hermano el padre o el novio de esta joven?

En este país, donde las mujeres que alzan la voz son ejecutadas frente a los palacios de gobierno, desaparecidas o secuestradas y mancilladas, las que desaparecen sin hacer ruido son mayoría. Porque a final de cuentas las autoridades no buscan con demasiado esmero a los que las desaparecen.

Porque (cosa curiosa) cuando algún familiar se pone las pilas y toma la justicia por su cuenta, tiene resultados más contundentes que los profesionales. Si no, dígame cómo es posible que un padre sí encuentre a los que secuestraron a su hija.

Por mientras, Alejandra Rubí García López anda por ahí, en una habitación cerrada con candado, en otro lugar, a varios kilómetros de donde la secuestraron, y en muchas paredes del sur de la ciudad.

Quiero pensar que llegará el día en que podamos despegar la hoja.

 

 

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