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19 Septiembre 2011
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Leona, Benemérita de la Patria
Irma Alma Ochoa
 
Monterrey.- María Leona Soledad Camila Vicario Fernández de San Salvador, es el nombre de la hija del comerciante Gaspar Martín Vicario y Camila Fernández de San Salvador, nacida en la ciudad de México, el 10 de abril de 1789. Mejor conocida como Leona Vicario. Huérfana a temprana edad, quedó bajo la tutela y protección de su tío materno, el abogado Agustín Pomposo Fernández.
 
Leona asistía a las tertulias organizadas por la clase media novohispana. En ellas se discutían las ideas libertarias provenientes de la Ilustración francesa. Quienes fueron privilegiados con el acceso a la educación formal, derecho a la propiedad, así como a ocupar posiciones de mando o de toma de decisión, discutían sobre el anhelo independentista, la abolición de la esclavitud y la igualdad de sus habitantes. El ambiente propiciaba el diálogo sobre la desigualdad política, social y económica reinante en la Nueva España.
 
Se discutía la evidente pobreza y la situación de esclavitud en la que sobrevivía la mayoría de la población indígena y mulata; así como la notoria opulencia de algunos criollos dueños de haciendas, minas y fábricas de textiles y la de los gachupines –nacidos en España-, propietarios de los almacenes y comercios, quienes lucraban con la mano de obra barata, caldo de cultivo donde germinaría la lucha independentista.
 
A la insumisa Leona le atraían las ideas libertarias donde se defendía la independencia, la igualdad de privilegios y la supresión de trato vejatorio que recibía la población indígena y mulata; mientras dividía su tiempo en acciones caritativas que realizaba en beneficio de niñas y niños. Entre los asistentes a dichas tertulias se encontraba Andrés Quintana Roo, el hombre que sería su compañero en la vida y en la lucha, joven abogado de origen yucateco que conoció en el despacho jurídico de su tío.
 
La historia consigna que otra de las asiduas a estas tertulias era Doña Josefa Ortiz de Domínguez, conocida como La Corregidora por su vínculo conyugal con quien sí ostentaba esta función. Doña Josefa con su advertencia propició que Miguel Hidalgo iniciara el levantamiento en pos de la Independencia con el histórico Grito de Dolores.
 
A partir de la sublevación y a espaldas de su tío, Leona Vicario convirtió su casa en centro de distribución de cartas, paquetes y vituallas. Sostuvo comunicación con varios jefes insurgentes a quienes les advertía de riesgos en su contra, a la vez que sacrificó parte de su fortuna comprando armas, pertrechos, víveres y ropa, destinada a quienes defendían la causa independentista. El resto de su herencia le fue confiscada por su tío.
 
Nadie, seguramente, podría sospechar de la dulce Leona, pero la delación del arriero que recogía la correspondencia y las mercancías enviadas a los insurgentes, tras ser aprehendido y torturado, detonó el descubrimiento de sus actividades. Leona fue perseguida y aprehendida.
 
La Real Junta de Seguridad y Buen Orden Virreinal le inició proceso por infidencia, por lo que fue recluida en una celda del Colegio de Belén y sus bienes confiscados. No obstante, su lealtad a la causa se mantuvo incólume aunque fue torturada por el tenaz inquisidor, doctor Miguel Bataller. La valiente Leona no reveló los nombres de sus compañeros de lucha.
 
Leona logró escapar de su reclusión con el apoyo del pintor Luis Alconedo y del coronel Antonio Vázquez Aldana, y huyó rumbo a Oaxaca. Viajó disfrazada con harapos, acompañando a un grupo de arrieros que comerciaban pulque, verduras y frutas. Aún en su huida sirvió de correo. En odres transportó tinta y tipos móviles para la imprenta, tan necesarios para la difusión de las ideas y acciones libertarias. ¿Qué hubiera hecho Leona con las herramientas que hoy nos brinda la tecnología?
 
Tras las derrotas del Ejército Insurgente, Leona huía de las fuerzas realistas cuando dio a luz a Genoveva Quintana, el 3 de enero de 1817, en una cueva de la sierra de Tlatlaya, en el Estado de México. De nuevo fue aprehendida y recluida, en esta ocasión, en un anexo de la iglesia en Real de Minas. Ella y Andrés Quintana Roo, su esposo, fueron indultados en 1818. El 20 de febrero de 1821, también en situación precaria, nació Dolores Quintana Vicario.
 
Pocos días después del nacimiento de su hija Dolores, Leona Vicario respondió a las injurias en su contra publicadas por Lucas Alamán en el periódico Registro Oficial. En su defensa, la heroína escribió: “no sólo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres. Ellas son capaces de todos los entusiasmos y que los deseos de la gloria y la libertad de la patria no les son unos sentimientos extraños, antes bien, suelen obrar en ellas con más vigor, como que siempre los sacrificios de las mujeres, sea cual fuere la causa por quien los hacen, son más desinteresados y parece que no buscan más recompensa de ellos, más que las que sean aceptadas”
 
Treinta y dos años después del Grito de Dolores, dejando tras de sí una ilustre trayectoria como defensora de la Patria, un 21 de agosto de 1842, en la ciudad de México falleció Leona Vicario, única mujer en México a quien se le han rendido Funerales de Estado. En el marco de las honras fúnebres fue declarada Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria. Y, para destacar su importante contribución a la causa independentista, su nombre se grabó en letras de oro en el Muro de Honor del Palacio Legislativo de San Lázaro.

 

 

 


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© Luis Lauro Garza Hinojosa