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BARCOS, DE MARIANA PEREZ-DUARTE
Eligio Coronado

La sensibilidad no es una fuente de lágrimas, sino el mecanismo adecuado para transformar al mundo por medio de la palabra. Todos la tienen, pocos la usan, muchos la niegan. Esta facultad no es exclusiva de la mujer y su empleo no demerita al hombre, antes bien, lo enaltece.

El mundo visto por la sensibilidad es un lugar más habitable, cálido, novedoso, alucinante, atractivo y hasta mágico, que es la forma en que lo ven los niños. Hay que redescubrir el mundo a través de la sensibilidad.

Mariana Pérez-Duarte Berra (Monterrey, N.L., 1976) es un ejemplo de esto. En su breve poemario Barcos*, nos lleva de paseo por el mundo que construyen sus palabras, y ese mundo es real porque ella lo ve así. Es su propia concepción.

Desde un principio nos ubica en el sitio que ella elige: “En mar lleno de peces / la noche inmortal / tocó puerto” (p. 9). Después un tejido de metáforas hará el resto. El tono ameno, por momentos intimista, capturará nuestros sentidos hasta el último verso.

El tema ya no importará (Penélope, el amor, un suicidio, etc.), sino la forma de desarrollarlo, de ir enhebrando sensaciones con la aguja del lenguaje de tal manera que no se noten los remiendos ni los parches, para dar la impresión de que cada uno se hizo de un tirón.

Mariana es la guía (la sirena) y la palabra es su brújula: “¿No podrías venir entre el mar / escuchar mi canto, / dejarte guiar por mi piel de luna?” (p. 27). Pero no tiene que pedirlo, pues los hombres aman el mar y “mientras están en tierra la pasan explorando el cielo, / buscando rutas de azúcar cristalina entre la negrura” (p. 17-18).

La tierra firme también figura en este recorrido y en ella están “las calles andadas / las miradas / los besos que se fueron al aire” (p. 53). ¿Será por eso que en el cuarto vecino alguien se ha cortado las venas y “Los ángeles se han asomado a través de la navaja” (p. 33)?

Dan ganas de llorar “hasta que termine esta cadena de días” (p. 48) que no se soportan ni se entienden: “¿Qué clase de sensación es ésta / que apaga el cuerpo / como a una lámpara?” (p. 36).

Este es el mundo como lo percibe Mariana Pérez-Duarte (“No me voy a pasar la vida a oscuras”, p. 43). Si usted, estimado lector, lo ve de otra manera, escríbalo. Haga uso de su sensibilidad y muéstrenos su propia concepción del mundo. De eso se trata la literatura.

 

Mariana Pérez-Duarte Berra. Barcos. Monterrey, N.L.: Edit. UANL, 2000.  59 pp. (Cuadernos de la Resolana.)

 

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