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ASAMBLEA GUADALAJARA.
PALABRAS DE BIENVENIDA

Mar Estrada,  de Anulo mi voto

18 de julio de 2009.


Hola, buenos días a todos y a todas. Les queremos dar la más cordial bienvenida a esta Asamblea, y para los que son de fuera, bienvenidos a Guadalajara, nos sentimos muy felices por su visita. 
El pasado 5 de julio, casi dos millones de mexicanos anularon su voto, o votaron por candidatos no registrados. Muchos de ellos votaron por primera vez, y se inauguraron con una protesta ante el panorama político que se les presentaba. Otros, que anteriormente se abstenían o votaban por los partidos, anularon porque cambiaron su forma de ver la realidad, de verse a sí mismos en su papel de ciudadanos. Muchos otros, que ya venían anulando en pasadas elecciones, esta vez lo hicieron con un significado compartido.
 Estos casi dos millones de personas, respondiendo a una convocatoria sin precedentes entre ciudadanos, desafiaron la instrucción oficial de legitimar a una facción de la clase dirigente. Sabían que el voto nulo no estaba regulado, que con ello no se lograba automáticamente ningún cambio en las condiciones del país, que no se corregía el sistema político, ni siquiera se evitaba que los mismos de siempre llegaran al poder. La lógica era otra. Era la de emitir un mensaje original, formulado directamente desde la conciencia de cada uno, y reflejarlo en centenas de millares de mensajes a la vez iguales y diversos. Al anular, nos declaramos concientes de vivir en un país injusto y pobre, cuya situación responde a la manera en que el poder se ejerce y que los ciudadanos permitimos.
 Consideramos intolerable que esta realidad pasara indiferente y callada, creímos necesario hacer constar que la ciudadanía reaccionaba. En muchos casos, el voto nulo significó también no otorgar confianza ni poder a ninguno de los candidatos, sino tomar lo público en nuestras propias manos. Para quienes así lo vivimos, el voto nulo fue nuestro reclutamiento en el movimiento que ahora estamos por articular.
A pesar de la ambiciosa tarea que tenemos por delante, y a pesar de que muchos de nosotros a penas nos estamos conociendo, en la Asamblea del 30 de junio tuvimos logros importantes. Dejamos claro que convocábamos a protestar contra los políticos, contra el sistema político en su conjunto. Y no sólo eso: mostramos que nos tomamos muy en serio el artículo 39 constitucional, donde dice que “Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”. Mostramos que era justamente eso lo que teníamos ganas de hacer. En aquella asamblea dejamos claro que como ciudadanos, nuestros intereses no son personales ni de grupo: ambicionamos, justamente, que el poder sea para todos. Dejamos claro que, a diferencia de los partidos, tenemos en mente los esbozos de un país luminoso y próspero donde la gente se organiza con justicia.
Como prueba de esta vocación política, ya hemos hecho mucho con muy poco. Fuimos efectivos, racionales y austeros. Recurrimos a la creatividad. Apelamos a la comunicación de lo que es pertinente y verdadero. De esta manera, una contienda electoral que hubiera sido especialmente aburrida y lamentable, cobró gran interés por la discusión sobre democracia que contribuimos a suscitar entre la gente. Demostramos nuestro talante también al estar aquí, en esta asamblea que no tiene más sustento que la ebullición de nuestra voluntad, nuestra sed de diálogo y de construcción; mientras que los políticos, aún después de las elecciones, siguen absortos en arrebatarse unos a otros jirones del poder, creyendo aún que se los vamos a ceder. Individuos y redes de todo el país estamos dispuestos a involucrarnos en esta nueva forma de entender y de hacer política.
Escribe Rossana Reguillo que en los más de 20 años que lleva estudiando las culturas juveniles en Latinoamérica, “no había visto un movimiento que despertara la voluntad, la imaginación y la conciencia en torno a la política y lo político de esta manera”. Hay indicios suficientes para darnos cuenta de la importancia de lo que traemos entre manos. 
Aquí nos hemos reunido grupos e individuos de lo más diverso. Muchos fueron promotores del voto nulo: algunos se activaron ante la coyuntura electoral, y otros tenían sus propios trabajos desde antes. De los aquí convocados, unos tienen amplias trayectorias en temas ciudadanos muy variados, y otros a penas van asomándose a la esfera de lo público. Procedemos de los diferentes mundos que componen a México.
Aquí, en esta asamblea, tenemos la oportunidad de conocernos, de vernos a la cara, de saber qué hacemos, qué pensamos y qué queremos. Tendremos el reto de ampliar nuestra visión por medio de la escucha y del diálogo entre diferentes, buscando las coincidencias que serán la base de nuestro trabajo común. La misma vocación política que hemos demostrado, nos arma para enfrentar nuestra heterogeneidad. 
Además de la nuestra propia, somos conscientes de la diversidad que marca al país. Por eso, no estamos aquí para enarbolar una visión creyendo que representamos a todos. Y sin embargo, puesto que pretendemos un poder incluyente, queremos pensar con perspectiva abarcadora, construir un movimiento tan legítimo y abierto, que merezca articularse y enriquecerse con muchos otros. Por un lado, queremos contagiar a aquéllos que ahora comienzan a asumirse como actores y buscan alternativas, y a aquellos que aún no dan un sentido político a sus anhelos. Por otro lado, aspiramos a colaborar con movimientos que hacen trabajo de base, que tienen importantes luchas tendientes a engendrar verdadero poder ciudadano. Por poner sólo un ejemplo local, el día de hoy, en Ciudad Guzmán, se está llevando a cabo la tercera Asamblea General de la Alianza Ciudadana para el Desarrollo Alternativo en el Sur de Jalisco. Este grupo, que aglutina a activistas de 22 municipios del estado, lleva años trabajando en la reflexión y acción política no partidista.
 Son movimientos como este de los que queremos aprender, y con los cuales queremos sumar fuerzas. 
De ahora en adelante, se nos abren diferentes niveles de acción: Uno es la definición de la estructura, la continuidad el camino de nuestra asamblea, así como la preparación de su articulación con otros actores. Se nos presentará la cuestión de cómo comunicarnos con la sociedad y cómo relacionarnos con los poderes formales.
Por otra parte, según la línea que nos ha distinguido, nos interesa promover una gran deliberación sobre la nación que queremos y las leyes que deberían regirla, con una imaginación libre, pero sustentada en el conocimiento de nuestra realidad y en el convencimiento de lo que merecemos. Podemos comenzar aquí y ahora, pero ambicionamos que la discusión sea pública, que los temas sean analizados con detenimiento por la ciudadanía, con la participación de expertos y de los actores políticos y mediáticos. Otro nivel de acción se nos presenta en que hoy, con el poder que hemos engendrado y que queremos alimentar, podemos definir las acciones inmediatas y tareas a largo plazo que nos conciernen, tanto en lo local como en lo nacional. En suma, tenemos el reto de dibujar claramente un movimiento amplio, fuerte, atractivo y creativo.
Así interpretamos nuestra tarea, detonada al protestar en esta coyuntura. Pero la convocatoria a hacernos cargo del país, no nos incluye sólo a quienes tomamos esta postura; la cosa pública es interés de todos, más allá del tiempo electoral. Quisiéramos hablar a quienes enfrentaron la situación de forma diferente. Quisiéramos aventurar los puntos de encuentro que creímos descubrir en esta elección que fue aleccionadora para todos. 
Primero, los millones y millones que se abstuvieron en toda la república; sus posturas iban desde la indiferencia total hasta el abstencionismo crítico. Con los críticos, reconocemos nuestra coincidencia en cuanto al análisis y al diagnóstico de nuestro país. Nos es vital establecer con ustedes una deliberación clara, directa y respetuosa sobre el México que buscamos, porque, como ustedes, no nos sentimos representados.
Para nosotros, cada día de la campaña brindaba razones para anular: la pésima gestión de la crisis económica y social, una gripe que contraerá cerca del 8% la economía en 2009, reos que escapan de la cárcel caminando tranquilamente, alianzas entre políticos y narcotraficantes, bebés calcinados cuyos culpables se señalan unos a otros sin fincar responsabilidades, y aquí en Jalisco, el nombramiento ilegal del presidente del Instituto de Transparencia e Información por parte de los diputados, cinco días antes de la elección. 
Sin embargo, muchos mexicanos consideraron que su obligación democrática era votar por algún candidato, aunque sólo fuera “el menos peor”. De esta manera se obtuvieron los ganadores de la contienda. Si consideramos que estos fueron elegidos por una pequeña proporción del padrón, y que, según datos oficiales, el 96% de los mexicanos no confía en los partidos políticos, concluimos que la legitimidad de quienes tomarán los cargos, es, a todas luces, mínima. De cualquier forma gobernarán, y será negocio de todos vigilar su ejercicio, independientemente del sentido de nuestro voto. 
Queremos referirnos también a quienes militan en los partidos o los apoyan. Cuando son participativos y críticos, los ciudadanos partidistas son un ejemplo de comportamiento cívico, que de ninguna manera se limita al apoyo incondicional ni a la emisión de un voto inamovible en el día indicado. Muchos de ustedes asumen la responsabilidad de velar porque sus partidos sean transparentes, propositivos y democráticos; y en esto vemos un interés compartido. 
Por último, queremos hablar también a las autoridades electorales, tanto federales como locales. Su obligación es la de impulsar políticas serias que busquen mejorar y acrecentar los niveles de participación ciudadana. Interpretábamos que nuestra intención era la misma. Entonces, ¿por qué razón nos condenaron por ejercer el derecho constitucional de anular y promover la anulación intencional del voto como forma de protesta? Lamentamos que sus palabras, sus debates amañados, sus grotescos salarios, los proyecten como órganos secuestrados por los mismos políticos que los nombran. Esperamos que entiendan por qué los mexicanos han perdido la confianza en ustedes, y por qué urge un debate público en torno a su función, a su ciudadanización y a su independencia.
En cuanto a nosotros, los que conformamos esta asamblea, estamos aquí reunidos, con la base de algunos acuerdos, pero frente al delicado proceso de conocernos, articularnos, y deliberar sobre lo que haremos. No sólo nos proponemos librar este reto, sino llevarlo hacia la construcción de algo trascendente para México. No aceptamos los mitos sobre la incapacidad de los mexicanos para organizarse por el interés común. En muchas épocas y regiones del mundo ha habido memorables pactos civiles, refundaciones democráticas, creación de valores políticos, encauzamiento autónomo de los pueblos. Sin ir más lejos, varios países hermanos, latinoamericanos, han instaurado nuevos órdenes y escrito nuevas constituciones en tiempos recientes. No vemos por qué a los mexicanos nos estaría vedado este camino.
Es un verdadero honor compartir con ustedes esta asamblea. Creemos que al estar juntos nos damos ánimo y valor. Ya estamos ansiosos de empezar a conocernos y dialogar, así que, sin más, muchísimas gracias por estar aquí, y bienvenidos. 

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