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968 10 Enero 2012

CRÓNICAS PERDIDAS
Entre versículos, rezos y jaculatorias
Gerson Gómez

M
onterrey.-
Se marcharon al seminario veinte años después de su mayoría de edad, cuando la generación completa había terminando de emanciparse.

La mayoría casados, o cursando maestría, o los más capaces, el doctorado, y jamás pensaban en regresar a la ciudad, que tanto odian por prejuiciosa, chaparra y sin vida.

Pero no fue su generación, ni la siguiente, ni la que continuó. Fueron muchas más.

Sin encontrar marido, ayuda idónea le llaman. Dicen que son feas, quizá el carácter agrio les consumió la piel y las ganas, y las trastornó entre versículos memorizados, rezos deformados y jaculatorias ininteligibles.

Comenzaron a estorbar en casa. Asistían a los congresos de jóvenes, hasta que entablaron la duda existencial: seguir militando en la división inferior.

Las comidas en los sitios de moda, sin licor y carente de tabaco. O los grandes conciertos, ni qué mencionar los bailes.

Se inscribieron en los modernos talleres de arte dramático. Luego en los grupos de alabanza y adoración.

Durante el campamento regional reafirmaron su llamamiento al seminario.

Buscaron por internet. Les intereso Nueva Orleans.

Corrieron los trámites. Las fechas de las entrevistas, visado estudiante, patrocinados por las congregaciones.

Realizaron, domingo antes de la partida, culto ungimiento de sus cabezas, aceitosas, ahora pertenecientes a las obreras del señor.

La caravana de veinte vehículos las acompañó hasta la mitad del puente, del lado mexicano. Sin detenerse, apenas descendieron, las tres muchachas, apresuradas, se perdieron entre la multitud.

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La Quincena Nº92

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