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976 20 Enero 2012

ANÁLISIS A FONDO
Rampante desempleo
Francisco Gómez Maza

El gobierno celebra que descendió
Más lo más grave es la precarización

S
altillo.-
El señor Felipe Calderón pasará a la historia como el “Presidente del Desempleo”. Prefirió la legitimación de la violencia contra la violencia del narcotráfico y el crimen organizado. Y pronto renunció al objetivo central de sus propósitos de campaña electoral: ser “el Presidente del Empleo”.

Como en ningún otro sexenio gubernamental, en México, durante el 2011, el quinto año del periodo calderonista, el desempleo creció como la espuma. Y peor aún. El empleo estuvo marcado por la precarización: salarios nada justos ni remuneradores, mala calidad de la seguridad social, injustas relaciones laborales, pobreza generalizada de los trabajadores.

El presidente Calderón presume que la tasa de desempleo en México concluyó en 4.51 por ciento en diciembre de 2011. Según los economistas gubernamentales, la tasa más baja desde el 2008, el segundo año del sexenio de la violencia, la sangre, la muerte y el dolor de millones de mexicanos.

Pero como nunca, el año –el quinto malo– cerró con la escandalosa cantidad de alrededor de 2 millones 200 mil trabajadores desocupados. Qué más da que en 2008 el Instituto de Geografía y Estadísticas haya registrado 2 millones 400 mil.

Cada año, los nuevos demandantes de puestos de trabajo suman un millón y medio cuando menos y en el 2011 sólo se creó medio millón de nuevos puestos de trabajo que, aunque hayan sido permanentes, fueron precarizados por la política laboral del presidente Calderón.

De acuerdo con las cifras oficiales, la tasa de desempleo concluyó el año en 4.51 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA). Los analistas librecambistas consideran un buen logro los resultados de las mediciones del INEGI. Sin embargo, las cifras oficiales ocultan que un 4.51 es elevadísimo en comparación con el comportamiento histórico del empleo y el desempleo.

Lo que es más grave, y de ello no se ocupan los analistas oficialistas, es que las condiciones del empleo en México son nefastas. Por ejemplo, se habla desde las fuentes oficiales que 15 millones de trabajadores están inscritos en el seguro social, pero nada se dice del cúmulo de los que sólo son inscritos como trabajadores eventuales.

De la Población Económicamente Activa, según el INEGI, el 95.49 por ciento estuvo ocupada en diciembre pasado. Sin embargo, en tal cifra se manifiesta un subuniverso de casos que declaró –de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo– de casos que declaró tener necesidad y disponibilidad para trabajar más horas, razón por la cual a este subconjunto, los economistas gubernamentales le llaman subocupados, un calificativo para no llamarle desempleo al subempleo.

Pero para ser honestos, los desempleados están condenados a no encontrar empleos y menos remunerados justamente. Un problema gravísimo es el que padece la población empleada.

Las tres cuartas partes de la población ocupada fueron lo que se denomina subordinada y remunerada, en condiciones laborales muy precarias. Una quinta parte trabaja de manera “independiente”, a la buena del temporal de la oferta y la demanda y un siete por ciento se desempeña en negocios o en las parcelas familiares, contribuyendo de manera directa a los procesos productivos, pero sin un acuerdo de remuneración monetaria.

La información preliminar de la Encuesta del INEGI señala que la población subocupada; esto es, la que declaró tener necesidad y disponibilidad para trabajar más horas, representó el 8 por ciento de la población ocupada, proporción superior a la de diciembre de 2009, cuando se ubicó en 7 por ciento.

El porcentaje de subocupación es más alto en hombres que en mujeres, correspondiendo a esta categoría el 9 por ciento de la población ocupada masculina frente al 7 por ciento de la femenina.

La precarización del empleo se manifestó de manera más determinante en el ámbito urbano de alta densidad poblacional. Es decir, en 32 ciudades de más de 100 mil habitantes, en las que se desempeñan como trabajadores subordinados y remunerados unas tres cuartas partes de la población ocupada total.

Otro dato revelador es que al mes de diciembre del año pasado un 30 por ciento de los trabajadores desempleados no completó los estudios de educación secundaria, en tanto que los de mayor nivel de instrucción representaron al 70 por ciento. Las proporciones para la situación de subocupación son de 45 por ciento y 52 por ciento, respectivamente.

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