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1011 9 Marzo 2012

De encuestas y debates
Juan Reyes del Campillo

Ciudad de México.- Cuando el presidente Calderón salió a decir que Josefina Vázquez Nava estaba a cuatro puntos de Enrique Peña Nieto, sabía muy bien que estaba infringiendo la ley. Y no es porque opine como cualquier ciudadano, sino porque al hacerlo hace uso de recursos públicos y de su propia investidura presidencial. Sin embargo, cuando las cosas subían de volumen, algo conversó y acordó con el dirigente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, y todo volvió a la normalidad.

Para que la cercanía parezca más creíble, ahora apareció Gea-Isa quien nos dice que la candidata panista se encuentra en realidad a siete puntos del aspirante priista. Otras casas encuestadoras dan cifras muy diferentes, por lo cual estamos empezando a ver una verdadera guerra de encuestas. En consecuencia, parece necesario advertir a los lectores que, si bien esta batalla continuará, existen elementos que los encuestadores esconden o prefieren no informar a los lectores.

En primer lugar, de acuerdo con el Segundo Informe de la Secretaría General del IFE, sobre el cumplimiento del acuerdo que establece los lineamientos que deben observar quienes ordenen, realicen o publiquen encuestas, resulta que las reconocidas empresas que publican sus investigaciones en diarios de circulación nacional, se ordenan a sí mismas la realización de los estudios de opinión. Mitofsky, Parametría, Gea Isa, Ulises Beltrán aparecen no como empresas que prestan un servicio a determinados clientes, sino como promotores motu proprio de sus encuestas.

Desde siempre ha habido entre los encuestadores un claro temor por informarnos de quienes son los que patrocinan sus trabajos. Saben bien que si nos dan la fuente de sus recursos su credibilidad se podría venir abajo. No es lo mismo saber que Reforma lleva a cabo sus propias encuestas, a que la Organización Editorial Mexicana, Excelsior o El Universal publiquen los estudios de Parametría, de Ulises Beltrán, o los de Buendía.

En segundo lugar, y esto es también muy importante, prácticamente todos las encuestas nos están presentando una preferencia bruta de más de 80 puntos porcentuales. No obstante, de acuerdo con las tendencias históricas de participación electoral, a los comicios de julio difícilmente acudirá el 60 por ciento de los electores. Lo anterior quiere decir que los encuestadores traen alrededor de un 25 por ciento de inflación en sus resultados, con lo cual pueden ser sobreestimados o subestimados algunos candidatos.

Es explicable que los ciudadanos entrevistados en las encuestas digan que van a votar por uno u otro candidato. Pero del dicho al hecho, sabemos que hay un buen trecho, y muchos de éstos se van a abstener a la hora de las urnas. Hace seis años las encuestas nos estuvieron informando de lo que se consideraba votantes probables. Mediante filtros específicos, podían saber quiénes tenían mayor o menor probabilidad de acudir a votar.

A lo anterior hay que sumar el rechazo al que se enfrentan los encuestadores, el cual llega a presentarse por arriba del 65 por ciento. Con ello, los marcos muestrales encuentra enormes dificultades para realizarse de acuerdo con lo programado, lo cual expresa de alguna manera no solamente que hay ocultamiento del voto, sino una deficiencia en las herramientas con las que se captura la información.

El IFE emitió un acuerdo mediante el cual decidió que, por lo que a ellos corresponde, únicamente van a realizar dos debates entre los candidatos a la presidencia. Desde luego, aclara que no se oponen a otros, pero si el Instituto los organiza tiene que ser después de que medie un acuerdo unánime y por escrito en donde todos los candidatos a la presidencia se lo soliciten.

Por otra parte señala que existe plena libertad para la organización de los debates, los cuales se deberán realizar únicamente en periodo de campaña, no antes. Asimismo, invita a los medios de comunicación, a las instituciones académicas y a otros, a promover el cotejo de ideas y propuestas, pero sobre todo, a que convoquen oportunamente y por escrito a todas las candidatas y candidatos registrados.

Con lo convenido, sólo hace falta que un candidato no esté de acuerdo para que el IFE se abstenga de involucrarse en un debate más. Por otra parte, respecto a los debates en los que no participa el organismo electoral, si bien se invita a que se convoque a todos los candidatos, quienes los realicen están en total libertad de convidar a quienes se les antoje.

Es cierto que las encuestas y los debates son ya parte esencial de nuestra democracia. Sin embargo, existe todavía un uso intencional que tiene por objeto mejorar o perjudicar la posición de algunos candidatos. A un mes de que inicien las campañas, las reglas van quedando claras, no así la pulcritud de los contendientes y de algunos que piensan que pueden alcanzar tajada.

 

 

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