EN LAS NUBES
Qué desilusión
Carlos Ravelo Galindo
Ciudad de México.- Apenas llevamos unas cuantas horas de campaña presidencial y los cuatro candidatos han demostrado, palmariamente, ser una desilusión para el pueblo. No saben más que ofenderse unos a otros. Ofrecen y ofrecen, pero no dicen cómo cumplirlo. Nada aliciente. Firman ante notarios promesas y más promesas. Otros sin comprometerse.
El cuarteto, insistimos, es un rebaño, en estos días santos, porque no llega a otra cosa. Nos confunden al no salir de lo mismo, que todos conocemos hasta el cansancio: que a una le duelen las muelas, que pierde el equilibrio y otros achaques. A otro que amén de olerle mal los pies dedica sus libros a un tío de mala memoria. Un tercero concede perdones por doquier, y el último se da baños de asiento. Nos avisan que se confrontarán en mayo próximo, para responder a “los intelectuales” que publicaron un cuestionario “muy” erudito. Y darnos a conocer, obviamente a nosotros los que iremos a votar, lo que pretenden hacer para sacar al buey de la barranca y, lo más importante, cómo.
Uno de ellos, al menos, ya dijo que de llegar a la Silla entregará a cada viejo mayor de 78 años la mitad de un salario mínimo mensual, casi mil pesos. Otro que no sacará a la Marina de Veracruz. En fin, qué nos espera, con quien llegue, luego de la catástrofe que nos deja don Felipe. Es tiempo, ahora sí, de elevar nuestras preces para que nos agarren confesados.
Sería gratificante que los cuatro candidatos a regir los destinos de nuestro país no solamente hicieran ofrecimientos, sino que nos informaran cómo van a hacer para cumplirlos. Y qué hacerles si no cumplen.
Por ejemplo, qué hará el que llegue para desterrar la corrupción, principal flagelo de México. Por qué no anunciar al menos que someterán a juicio, dando nombres y apellidos, a quienes se llevaron los dineros con negocios poco claros y que denunciados, dizque son investigados por la Procuraduría General de la República.
Y cómo podrán regresar la paz y tranquilidad a la gente, si no explican un plan definido para acabar con la delincuencia de la que ya estamos hartos.
No cabe duda que los criminales, con o sin uniforme, con o sin credencial oficial, se burlan cotidianamente de los spots televisivos en donde los cuatro aspirantes a suceder al señor de Los Pinos, aparecen frescos como lechugas, frente al mar, en carreteras, sobre sus codos en escritorios, o simplemente saboreando panuchos o chinita pibil. O dando besos y abrazos por doquier.
Nadie, hasta el momento, se ha dignado decirnos su plan para rescatarnos de la pobreza, de la falta de estudios, del hambre, de la injusticia, del desempleo, de los líderes deshonestos, de la enorme burocracia en la que se gastan los impuestos del pueblo. Menos con las campañas creadas para aparentar lo máximo, pero que son superficiales y que sólo sirven para privilegiar su imagen.
Estamos como al principio. Acaso peor, pues con todo el palabrerío que encierra un misterio impenetrable como el último pre-informe presidencial de Calderón Hinojosa, que México, según él, es el mejor país del mundo en donde abunda todo, de todo, pero sobre todo, añadiríamos nosotros, la deshonestidad, la corrupción, la delincuencia, la injusticia, la desigualdad, la miseria, vaya la criminalidad oficial y privada que en su haber lleva ya cincuenta mil asesinados a mansalva en la guerra organizada por el gobierno.
No obstante seguimos con la fe de que a partir de diciembre primero del dos mil doce, uno de los cuatro se acuerde de México y termine, en efecto, nuestro martirologio.
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