CRÓNICAS PERDIDAS
Justifica el amor
Gerson Gómez

Monterrey.- Salió volando de la escuela. Rapidísimo, sin compañía, llegó hasta el apartamento. Su hermana mayor le abrió la puerta: ¿cómo te fue en la secundaria?, le preguntó recién bañada, oliendo a jabón maja.

Bien, contestó de corridito y se metió al cuarto de ella a ver la televisión. Sonrió.

Regresó a la recámara, a terminar de vestirse.

Se quitó la toalla, desnuda; de la cómoda sacó la tanga y el sostén.

Prendió el aire lavado. Luego se acomodó al lado. Le acarició el cabello rubio. Lo beso en la mejilla y le dijo: a ver ponte encima de mí.

Sin saber cómo, se encarama.

Quítate el cinturón, le pide, me cala. De un solo movimiento, experto, sale la pieza de cuero.

Ahora muévete como yo. ¿Se siente rico, verdad?

Ahora, bésame los pechos. Ándale no te asustes. No dejes de moverte.

Que ya siento cómo se te puso dura.

¿Nunca lo has hecho con tu novia de la secundaria, no? ¿De verdad? Mejor.

Síguete moviendo. No pares. Deja de ver la televisión. Voltea. Bésame los pezones.

Qué rico. ¿Has tenido sueños eróticos?; ¿has despertado con la trusa mojada? ¿No?

A ver, deja que la saque tantito.

La voy a poner encima de mi tanga. Sigue moviéndote.

¿Más rico? ¿Sí? ¿Te gusta?

Oye, no te vayas a venir. Pero qué vas a saber de eso si jamás lo has hecho. Si sientes como ganas de hacer pipi, avísame.

Chín, ya se me está haciendo tarde para llegar a la escuela de enfermería, hoy tenemos prácticas para participar en el desfile del día de la Independencia.

Qué rico te mueves. Vas a ver que después de hoy, todas las compañeras de la secundaria te van a seguir, mi sex machine.

¡Zaz! Mojaste tu uniforme caqui, y mañana te lo vas a volver a poner.

No te preocupes. Quítate el pantalón y ponlo encima de la ropa sucia.
Yo lo meto a la lavadora y tú lo cuelgas.

Ahora sí me das chanza de vestir, ya se hizo tarde; por fa, sal del cuarto.