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1125 16 Agosto 2012

 

Nacho Zapata: muerte, no te enorgullezcas
Hugo L. del Río

Monterrey.- Se nos fue Nacho Zapata Narváez. Muerte, no te enorgullezcas, dijo hace tiempo un bardo.

Nacho nació para dar el buen combate. Compraba los pleitos de los desheredados, era suya la voz de quienes no saben hablar; el valor que le daba a los ojos el brillo y la dureza de quienes a pie firme aguantan la embestida de mil dragones, era contagio de vida para tímidos y apocados.

Él no supo de esos “vientos huecos, vientos perplejos y tristes”: lo suyo era el vendaval de la tempestad, los cañones del trueno, el fucilazo del relámpago.

Cómo había espacio para un espíritu tan grande y fuerte en un cuerpo tan menudo: el coraje y la inteligencia; el latigazo a los mercaderes del templo y el agua fresca de la palabra amable; Chelito Espínola le llenó casi todo el corazón, pero la maestra nos dejó a los amigos una isla donde con Nacho se discutía de todo:

La arquitectura de ese, el más hermoso de los templos: la poesía; la música que, acompañada de la mujer, nos regaló el Gran Arquitecto en un momento de buen humor; la ficción literaria y las películas, sin las cuales se vive una existencia de alma mutilada; la sonrisa y la carcajada que van de oficio con el pan tierno y el buen vino.

Las serpientes y los alacranes nos pretenden prohibir la andadura por esta Tierra: no pueden, somos los amorosos a quienes cantó Sabines:

“Su cama flota como sobre un lago… Los amorosos juegan a coger el agua, a tatuar el humo, a no irse”.

Pisamos a víboras y escorpiones, Cómo no si “las rosas a lo largo del camino desmentían el viento de la muerte”, dice la trova de Válery.

El secreto de la experiencia humana es bien simple: báñate en la sangre del monstruo que derribaste, llora sin lágrimas, baila y bebe con la muerte y camina sobre las olas.

Duerme sobre el escudo, con la espada al alcance de la mano y la cabeza de la amada en tu pecho. Nacho fue siempre hombre de ideología bien entendidas las cosas: el compromiso es con uno mismo, no con el partido.

No se trata de cambiar un dogma por otro. Los italianos nos enseñaron el sendero:

Italianos Católicos y Comunistas se llamaba su organización.

Aquí no aceptamos artículos de fe del papa blanco ni del papa rojo. Militancia y compañerismo  son efectivos sólo cuando los precede el examen crítico de los hombres, el discurso y la obra.

Nacho sabía todo esto y más. Mucho más. Es un hermano que cae, pero el cuadro no se abre:

“Santiago y cierra España”, gritaban aquellos heroicos saqueadores.

El peleador social quien dio y recibió todo del paso del hombre por la llanura y la montaña, ya entró en conocimiento del Gran Misterio.

Si más allá del río negro hay algo parecido a la vida, allá lo encontraremos.

Si, por el contrario, nada hay: polvo somos y en polvo nos convertiremos, como sea en algún espacio éste o aquel día o milenio encontraremos alguna partícula de lo que fue él y de lo que fuimos nosotros y como amorosos que seguimos siendo cantaremos entre labios una canción no aprendida.

 

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