MALDITOS HIPSTERS
Lágrimas de cocodrilo
Luis Valdez

Monterrey.- No me impresiona que haya gente que le llore a moco suelto a Hugo Chávez. Si pertenece a una línea política, es normal que sus seguidores políticos anden deprimidos y se les caiga el mundo.

Por ejemplo, si a nuestro presidente le pasara algo, mínimo los del PRI se lamentarían; si al mero mero del PAN le pasara algo, mínimo los panistas se lamentarían. Pero no sucede con todo un país. No me alegra ni entristece que la gente llore por Chávez. No todo Venezuela llora. Algunos que andan en México o en España están felices. Ni unos son buenos ni otros malos.

Algunos dicen que es un ladrón, otros que es un bruto, porque golpeaba a su mujer. Muchos lo criticaban, pero ahora dicen que nadie debería alegrarse de una muerte. Yo no tengo por qué alegrarme: no soy venezolano. Pero tampoco me pongo triste. ¿Eso me hace mala persona? No tengo familiares venezolanos y mis amistades saben que soy así, y no me pueden reprochar mi desparpajo. Hay cosas que simplemente ni me van ni me vienen.

Si algo le sucediera a Fidel Castro, no me lamentaría ni me alegraría. Pero si bajan el precio de los puros Cohiba y los comienzan a vender en el Oxxo de la esquina, sí que me alegraría. En cambio, si aumentan el precio, eso me haría sentir muy pero muy triste. Tampoco soy cubano ni me arrejunté con una cubana. De hecho les tengo miedo.

Las lágrimas de cocodrilo político, en este caso presidencial, son meramente por cercanía o amor a la camiseta partidista. Yo creo en las lágrimas (aunque me han advertido de lo manipuladoras que suelen ser las lágrimas de una mujer) pero no demasiado en la política. Cada quién le llora a quien quiere: a su santo o a su mártir. No tengo muy en claro si Hugo Chávez es un mártir al que los gringos le provocaron cáncer con alguna arma estilo James Bond, pero sí me aterra que en un futuro hasta las lágrimas pudieran ser proselitismo político.