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1309 2 Mayo 2013

 

ANÁLISIS A FONDO
Visita afortunada
Francisco Gómez Maza

Obama y Peña Nieto, en concierto
Relación económica, más que narco

Ciudad de México.- Obama hace hoy jueves en ciudad de México su primera escala de una gira que se extiende a la bella San José, Costa Rica, en un intento por aflojar las ligas tensas de la relación con el gobierno mexicano.

Con el presidente Peña Nieto hablará, entre los temas de la relación bilateral, de la estrategia antidrogas, aunque la nueva manera de enfrentar la inseguridad pública, puesta en práctica por el mexiquense, no le dejará mucho margen para un retorno al pasado inmediato, de control y vigilancia estrictas de los operativos de las fuerzas de seguridad mexicanas.

El tema económico es más importante, en momentos en que los inversionistas de Estados Unidos vuelven la atención hacia México, que les ofrece un futuro muy atractivo para ellos, en campos como el petróleo y sus derivados, y las telecomunicaciones, particularmente.

Precisamente ayer, el periodista Tomas Catan reseñaba en el Wall Street Journal los avances de México en el terreno de la macroeconomía, después de años de parálisis, que están impulsando un oleaje de entusiasmo entre los inversionistas estadounidenses, lo que ha llevado a que el peso se aprecie más de 6 por ciento frente al dólar desde que Peña Nieto asumió la presidencia. “El momento escogido para la visita es excepcionalmente espléndido, debido a lo que está pasando dentro de los dos países”, de acuerdo con el ex embajador mexicano ante la Casa Blanca, Arturo Sarukhan.

El presidente estadounidense es consciente de que Peña Nieto ha decidido poner fin a la manga ancha otorgada, sin sentido, por el gobierno panista a las agencias de seguridad de Estados Unidos, para atizar una guerra que, sin llegar a ninguna parte, dejó (y sigue dejando) un saldo de, qué le gusta, 80 mil muertos, y a las empresas del crimen organizado y del narcotráfico, intactas.

Peña Nieto intenta mantener un mayor control de las agencias del orden, en un esfuerzo por reducir la violencia ligada a las drogas, al crimen organizado y a la delincuencia común. Las autoridades, encabezadas por el supersecretario de política y seguridad interiores, Miguel Ángel Osorio Chong, están convencidas de que los cambios de la estrategia de seguridad, basados más en la prevención del crimen y la violencia, no tienen por qué afectar la cooperación con la Casa Blanca. El propio Obama lo ha aceptado, y lo confirmó cuando dijo el martes que no venía a México a evaluar cómo esto alterará la relación entre Estados Unidos y México.

En el centro de la reflexión, Obama ve con ojos de asombro, con interrogación, y con avaro interés que el gobierno de Peña Nieto ponga más énfasis en la economía, el abatimiento del desempleo, de la ocupación subterránea, de la creación de condiciones óptimas, en todos los campos de la actividad humana, para abatir la delincuencia en sus orígenes y no ponerse una casaca verde de comandante supremo de las fuerzas armadas y salir a guerrear.

Se espera, pues, en los círculos gubernamentales y en los centros de opinión locales un gran éxito de este encuentro de hoy jueves, que seguramente se escenificará en Palacio Nacional y no en Los Pinos, como lo manda la liturgia peñanietista. Una nueva relación de tú a tú, en el entendido de que los problemas compartidos – narcotráfico, migraciones, economía etcétera– son eso, “compartidos”, y tienen que resolverse por las buenas, porque México no puede parar –que ya lo ha hecho en mucho– la expulsión de desempleados hacia los mercados laborales del vecino país, si acá no disponen de oportunidades. Y Estados Unidos tiene, ab ovum, que buscar los mecanismos, no para repatriar inmisericordemente a los trabajadores mexicanos, sino para darles un soporte para que encuentren una vía de incorporación al stablishment, porque en última instancia éste los necesita.

fgomezmaza@analisisafondo.com
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