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1314 9 Mayo 2013

 

ANÁLISIS A FONDO
El cáncer del agiotaje
Francisco Gómez Maza

Intereses y comisiones: robo en despoblado
Si el “pragmatismo” funciona, bienvenido

Ciudad de México.- Quien la padece sabe: la banca mexicana es la más usurera del mundo. Y es así de abusiva por la bendición de presidentes de la república priistas y panistas. Hace poco, la Cámara Nacional de la Industria de Transformación, organismo que agremia a la mayoría de las pequeñas y medianas industrias, las que mantienen al 70 por ciento del empleo, lo denunció con todas sus letras:

El sistema bancario tiene que ser reglamentado para evitar que persistan diferenciales de 200 y 300 por ciento entre lo que se paga de intereses y lo que se cobra a los ahorradores.

Tanto a la banca nacional como a la extranjera les había hecho falta que les impusieran reglas claras, lo cual ha ubicado a México como el país en donde los márgenes de intermediación son los más elevados del mundo.

Ayer, durante su participación en la firma de la iniciativa de reforma financiera, lo planteó muy claro el dirigente del PRD, Jesús Zambrano: En México no existe una verdadera banca. Lo que tenemos es una banca usurera, que no arriesga, que no confía en el crecimiento del país. Las ganancias de muchas empresas se las lleva la banca por los altos intereses que cobra. Y la mayoría, lo digo yo, se lleva sus ganancias a sus matrices en Nueva York, en Hong Kong, etcétera.

La banca de desarrollo, por su parte (que debería ser impulsora de la economía social) cobra intereses más altos que la comercial; exige más garantías; no apuesta al desarrollo; piensa (si pensara) en números negros. Así la dejó Calderón.

Pero además de que la banca es muy cara para los usuarios, la banca mexicana es la que menos presta en el mundo. Lo dijo ayer el secretario Luis Videgaray, lo dijo el presidente Peña Nieto: la banca en México presta poco; sólo el 26 por ciento del PIB, muy por debajo de países de América Latina. Muy por debajo de la República de Chile.

Ante esa situación, al gobierno priista no le quedaba más que poner en orden el establecimiento bancario y financiero. Peña Nieto enarbola la bandera del cambio radical en las estructuras económicas –una ensalada de todos los “ismos”, que se adereza de “pragmatismo”– para convertir a la economía mexicana en una “economía emergente”, al igual que Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, que están dando de qué hablar frente a los conservadurismos fondomonetaristas de las economías de Europa y la economía en retirada de los Estados Unidos, donde el sistema bancario con su avaricia y su irresponsabilidad ocasionó la gran crisis inmobiliaria de 2008, ratonera de la que aún no pueden escapar los estadounidenses.

Y llegó el día cuando Peña Nieto apareció en el Alcázar de Chapultepec –no como Niño Héroe– para presidir el anuncio de las 13 iniciativas de reforma al sistema bancario. El secretario Videgaray presentó un breve resumen del contenido de las iniciativas.

El enfoque primordial de las reformas es la banca de desarrollo, que durante la Docena Trágica dejó de operar como un agente del desarrollo, e inclusive estuvo a punto de desaparecer. Pero también toca a la banca comercial, obviamente.

La reforma busca el fortalecimiento de la banca de desarrollo para ampliar el crédito, con especial énfasis en áreas prioritarias para el desarrollo; y la modificación del marco legal para que la banca comercial y las instituciones de crédito presten más y más barato.

La iniciativa propone cuatro ejes que darían mayor flexibilidad e incentivos para que la Banca otorgue más créditos y en mejores condiciones:

Fomentar el crédito a través de la banca de desarrollo;
ampliar el crédito de las instituciones financieras privadas;
incrementar la competencia en el sector financiero; y
asegurar la solidez y prudencia del sector financiero en su conjunto.

Más préstamos más baratos.

fgomezmaza@analisisafondo.com
www.analisisafondo.com

 

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