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1336 10 Junio 2013

 

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Comercio con China
Edilberto Cervantes Galván

Monterrey.- La visita de estado del Presidente de China recibió una amplia cobertura en los medios. La estadía del mandatario fue de tres días, más larga que lo acostumbrado, incluyendo una visita turístico- cultural a Chichen Itza, en la cual se practicó una “barrida” de la buena suerte.

Si esto hubiera tenido lugar hace 40 años, la imagen de miles de niños mexicanos agitando banderitas de china hubiera complementado el escenario de bienvenida y buen ambiente para el ilustre visitante.

Se hizo saber que el gobierno mexicano estaba tratando de recomponer las relaciones diplomáticas y también de índole comercial. En los medios políticos se señaló que Felipe Calderón provocó que las relaciones con el “gigante” se enfriaran; al haber recibido de manera oficial al Dalai Lama, quien reclama la liberación del Tibet de la ocupación por parte de China y con los reclamos y desencuentros que se dieron como consecuencia de la “gripe aviar”. 

En los medios de negocios, la apreciación es que la estrategia hacia China seguida por México, desde fines de los años ochenta, se ha equivocado de ruta y sentido. La tradicional presencia de México en el mercado de los Estados Unidos y la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (1994) hicieron aparecer la presencia económica creciente de China en los Estados Unidos como una competencia para México.

El desafío se supuso entonces era  competir contra la invasión de productos chinos en los Estados Unidos y en el propio mercado mexicano.  El colmo de este enfoque fue cuando se divulgó que el Abad de la Basílica de Guadalupe había otorgado derechos de reproducción de la imagen de la Virgen de Guadalupe a empresarios chinos o extranjeros.

El hecho es que en los últimos veinte años la economía de China se transformó de manera notable. Se empezó por reconocer la gran capacidad productiva de China, sustentada en tecnologías norteamericanas y europeas, el financiamiento del capital norteamericano y la aportación china de mano de obra con muy bajos salarios.

Occidente mantenía sus marcas comerciales, los productos se procesaban en los talleres chinos y se comercializaban en el mercado internacional.  Pero en poco tiempo los chinos se convirtieron en un país con capacidad para colocar satélites en órbita terrestre, en un tenedor importante de bonos del tesoro norteamericano y en un “mercado interno” de 400 millones de seres humanos.

Para quienes han apostado por la inserción de México en los mercados globales a través del comercio de mercancías y servicios la super concentración de las importaciones y exportaciones de México en los Estados Unidos no había sido motivo de preocupación hasta que la economía norteamericana entró en recesión.

Desde los años sesenta del siglo pasado se planteaba la necesidad estratégica para México de diversificar sus mercados de exportación. Cuando el primer boom petrolero, se llegó a ponderar la conveniencia para México de incorporarse a la Organización de los Países Exportadores de Petróleo, organización liderada por los países árabes; pero no, la medida se veía como una simple maniobra audaz que acabaría incomodando al vecino del Norte.  

La firma del TLCAN, en los 94, fue una confirmación de que México, con el argumento de un realismo geopolítico como soporte, se pronunciaba por la integración económica regional con Estados Unidos y Canadá. La apuesta no parecía ni ha sido mala, pero si insuficiente; desde hace 20 años no se ha avanzado un centímetro en ese proceso de integración.

Más allá de la apertura de las fronteras comerciales, los demás aspectos de la relación bilateral siguen siendo analizados desde la perspectiva unilateral. Muy lógico, si. México se ha significado desde entonces por ser un activo firmador de acuerdos de libre comercio; se acerca a los cuarenta tratados. El impacto de estos instrumentos ha sido poco significativo.

El otro acuerdo de importancia es de México y la Unión Europea. El Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación (Acuerdo Global), en vigencia desde el año 2000, fue visto en su momento como un buen  recurso para ampliar el comercio exterior de México hacia la Unión Europea.

Desde su entrada en vigor el comercio bilateral se ha más que duplicado. La Unión Europea en su conjunto es el segundo “socio comercial” de México, si bien el balance es deficitario para nuestro país.

Solamente abarca 9.4 por ciento del comercio total de México. No obstante, la Unión Europea constituye la segunda fuente más importante de inversión extranjera directa, con 36.3 por ciento del total en México en 2008. En enero de 2009, el Parlamento Europeo emitió un dictamen de conformidad para el establecimiento de la asociación estratégica entre México y la Unión. La crisis económica internacional en 2009 acabó por interrumpir este proceso.

El camino hacia el Oriente, hacia la China y otras economías asiáticas, no parece claro debido al entramado de intereses que supone la integración de otros bloques de comercio entre países del Pacífico en los que México es miembro o está negociando su incorporación.

El hecho es que voltear la vista hacia China es un buen intento si se va más allá del enfoque convencional con el que se manejan los intereses comerciales. El comercio de México con los Estados Unidos se explica en un alto porcentaje por importaciones mexicanas que se adquieren para fabricar productos que al final del día van a ser vendidos en el vecino país. El contenido nacional de nuestras exportaciones es muy reducido. En veinte años no se ha desarrollado una red de proveedores internos que amplíe el impacto positivo de la producción para exportación.

De acuerdo con los especialistas China se ha convertido en una aspiradora mundial de materias primas. Ya fue el taller del mundo, ahora es el procesador materias primas, un poco disminuido en su dinámica pero aún es fuerte.

¿Qué le vamos a vender a China: petróleo, minerales no metálicos, hierro o acero, plata y oro? ¿Serán las empresas mineras las que se ocuparán de atender los pedidos del Oriente?
Hasta el momento el régimen de la minería deja escasos beneficios para México y los mexicanos. 

 

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