Baño de sangre en Guerrero
Hugo L. del Río
Monterrey.- La narcoviolencia desbordó la capacidad de respuesta del Estado mexicano. El gobierno, en sus tres niveles, perdió el control de amplias porciones del territorio nacional.
Guerrero siempre ha sido una entidad bronca, pero los actos de salvajismo y la falta de respeto o temor incluso hacia las instituciones armadas, tienen intimidados a los nada apocados guerrerenses.
El asalto al penal del municipio de La Unión, en la Costa Grande, perpetrado en la madrugada de ayer, es un ejemplo de la pérdida de control de las autoridades. Fueron, al parecer, los autollamados caballeros templarios quienes tomaron la penitenciaría a sangre y fuego; mataron a dos o a cuatro guardias –las versiones periodísticas varían al respecto– y liberaron a nueve reclusos.
No se sabe nada del director del reclusorio, Manuel Damián Chavarría. Algunos testigos aseguran que al empezar los balazos, don Damián corrió con poca gallardía pero buen compás de piernas en busca de refugio seguro. Otros dicen que se unió al comando de sicarios.
La Unión está en los límites con Michoacán y es un territorio disputado entre los dizque templarios y el cártel Jalisco nueva generación. La prisión asaltada tiene sólo una población de 160 internos. Pero éste es sólo uno de los hechos más recientes y espectaculares de los malos.
En Acapulco secuestraron a cuatro niñas y adolescentes quienes, por fortuna fueron rescatadas por la fuerza pública. Los marinos y gendarmes arrestaron a uno de los plagiarios: un güerco de 16 años. Y tenemos a los ocho activistas de la región de Iguala a quienes levantaron hace días. Fueron localizados los cadáveres de tres de ellos, entre quienes figuraba Arturo Hernández Cardona, uno de los líderes del perredismo local.
Y en Cocula, el alcalde priísta César Miguel Mendoza providencialmente salió ileso de un atentado. Acapulco ya no es el destino turístico más importante de México, pero sigue ocupando un lugar importante en este rubro. Los pistoleros del crimen organizado o desorganizado, habían más o menos respetado a la que fue conocida como la atracción principal del Pacífico, sin duda porque los viajeros dejaban y todavía dejan billete gordo en tan hermoso lugar.
Pero, ahora, como están las cosas, ¿piensa la señorita Ruiz Massieu, titular de Turismo, que los visitantes chinos a quienes invitó se dejarán ir en masa a Acapulco o a cualquier otro centro de descanso y diversión?
Si el gobierno –ya no es papá gobierno, ahora es el padrastro malo de la vida real– no es capaz de imponer el orden en un puerto que capta importantes cantidades de divisas, ¿a qué le tiramos nosotros, habitantes del árido semidesierto, residentes del estado y la ciudad peor gobernados de México?
Una mujer nos da el ejemplo:”La verdad, tengo mucho miedo pero me aguanto”,
dice doña Sofía Lorena Mendoza, viuda del activista del PRD Hernández Cardona.
