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1345 21 Junio 2013

 

Nichos interculturales
Alejandro Marín

Ciudad de México.- Ya entrado en las disertaciones sobre los momentum interculturales, podemos comentar que cada uno, entre los muchos aún no estudiados, es en sí mismo un nicho intercultural, es decir, una fuente cultural, un bastión de cultura, que emana, dimana y crea quantum culturales.

Los quantum culturales impactan gradual y asintóticamente a partir del seno del momentum, de más a menos, sobre los sujetos o personas de los círculos sociales contiguos a éste. Círculos primarios, secundarios, terciarios y subsiguientes, respectivamente.

Dicho impacto, el cual es un impacto propioceptual, luego perceptual, y que puede germinar hacia uno cultural, será asimilado por cada sujeto o persona involuntariamente receptor/a, de diversas maneras cognitivas, sensoriales y afectivas acorde a su idiosincracia, criterio, ideología, estado de ánimo y psicopatologías inmanentes, mismas que a su vez dependen técnicamente del nivel de percepción fina que dicho sujeto o persona haya desarrollado en su devenir.

La propiocepción y la percepción subjetiva son filtros (el primero inherente y el segundo adquirido) ante cada pulso o quantum cultural emanado de los momentum interculturales.

Si el momentum se mantiene en el tiempo, a lo largo de días, meses, años, entonces el nicho enseña y educa factualmente a los sujetos o personas coparticipes del seno de la relación social.

A su vez, este nicho intercultural, a través de los individuos, sujetos o personas que lo conforman y le dan efecto, se nutre de otros tantos quantum culturales previamente adquiridos que son replicados, reproducidos, modificados, complementados, fusionados, fortalecidos, debilitados o fisionados en el momentum.

Los nichos interculturales son vértices del laberinto de la interculturalidad, que debe dejar de ser un concepto abstracto que cae en la esterilidad social. El desglose y desmenuce de las partes que la conforman, se vuelve necesario para aprender esta otra óptica cosmogónica que nos permita mirarnos con nuestros propios ojos, con nuestras propias ideas, reconociéndonos en nuestros errores, antes que seguirlos negando, y aceptando que somos una latitud con muy peculiares formas identitarias de ser.

Reconocernos en tanto europeos (que no somos), no nos ha sacado de la inequidad social, reconocernos en tanto africanos (que no somos) no nos ha llevado a buen puerto, no reconocernos en tanto americanos (que sí somos) no nos ha permitido ejercer la justicia social.

Los nichos interculturales también replican mentiras, producen trastornos, complejos, siembran miedos y culpas. Debemos ubicarnos en tanto responsables de ello para trascendernos a favor.

A decir de una de las definiciones de interculturalidad ya mencionada en una entrega anterior, difundamos nuestras reflexiones hacia algo socialmente concreto, hacia una praxis con tendencia hacia el reconocimiento de la otredad manifiesta en la salvaguarda, respeto y ejercicio de los derechos de toda persona, comunidad y sujeto social, haciendo posible la convivencia pacífica entre sociedades con identidades originarias diferentes, así como el derecho de todos los sujetos sociales que comparten un espacio común, a existir y contribuir con el paisaje identitario de la sociedad en la que están presentes.

Este es un texto que quiere escuchar, no sólo levantar la voz.

(arandanoypitaya@gmail.com)

 

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