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1353 3 Julio 2013

 

La hora de los independientes
Hugo L. del Río

Monterrey.- Somos rehenes de los partidos políticos, y las ofertas que nos hacen no resultan atractivas. Ya sonó la hora de los postulantes independientes.

La partidocracia nos presenta como aspirantes al gobierno de Nuevo León a la panista Margarita Arellanes; a Cristina Díaz, del PRI, y a Eduardo Arguijo –hágame el cabrón favor – del PRD. No son candidatos, pero sí precandidatos. El escenario está para llorar.

Margarita, dicen los perros del mal (perversos, pero veraces) anda de gira triunfal en apoyo a sus aliados-enemigos del panismo: parece que se presenta como alcaldesa ejemplar. Sí tú. Nomás dos prietitos en el arroz: con las marchas navales y las armas de la Infantería de Marina y todo eso, no tiene autoridad ni siquiera para retirar a los oferentes de fritangas adueñados de los espacios adjuntos a los hospitales.

Vaya paradoja: en el nosocomio te curan, o por lo menos tratan de hacerlo, y al salir se te antoja un taco de carne de perro escrofuloso aplastado por un camión hace dos semanas; eso y el peligrosísimo desmadre que, ahora sí, es PAN nuestro de todos los días frente a urgencias, en el complejo médico del IMSS sobre FU Gómez frente a los depas (o lo que queda de ellos) de la Unidad Constitución. Los usuarios de camiones, bloqueados por ambulancias, autos de médicos y pacientes, puestos de comida (que es como pase a la eternidad) y hasta un sitio de taxis, tienen que salir casi a mitad del arroyo en un esfuerzo por convencer a los choferes que los dejen subir a esas ruinas sobre llantas.

De Arguijo ni siquiera vale la pena hablar. El mero hecho de que se le mencione como José el soñador ya es sintomático de la pobreza de la canasta electoral.
Y en cuanto la senadora, basta con dejar que opinen los guadalupenses a quienes dejó más damnificados que los últimos huracanes. La chiquillada sólo merece desprecio: pensar que Beto Anaya, actual dueño del PT, fue en su tiempo esperanza de la izquierda.

Necesitamos hombres y mujeres quienes, al margen de las asociaciones político-electorales, den la pelea por ganar en las urnas los puestos públicos. Los tres partidos fallaron. Hay gente valiosa en todos, pero la estructura organizacional, y sobre todo, los intereses alimentados por la corrupción impiden que lleguen los mejores, salvo una que otra excepción.

Ya basta de que los caciques de izquierda –je je– y derecha, nos impongan lo mismo presidentes de la república, que regidores municipales.

Esto no funciona a ningún nivel: la palabra “diputado” nos evoca la imagen de un humanoide capaz de robarse hasta las cajas de clips.

A propósito, en Frentes Políticos de Excélsior escribieron: “Lo cierto es que no hay transparencia y los partidos y los políticos utilizan los recursos de los mexicanos a su antojo, en beneficio propio.”

Por lo pronto, ya sabemos que las elecciones que vienen están manchadas de sangre y mugre.

 

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