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1358 10 Julio 2013

 

ENTRELIBROS
Monterrey en la literatura
Eligio Coronado

Monterrey.- ¿Cómo ven los escritores a Monterrey? ¿Lo idealizan o lo critican? ¿Lo utilizan como inspiración, escenario, objeto de estudio? ¿Es un modo de vida o medio de subsistencia? ¿Es un pretexto o un objetivo? ¿Es la tierra natal o la tierra de paso?

En su ensayo “Entre ficción y realidad, o la realidad de la ficción: Monterrey a través de la mirada de narradores y poetas” (incluido en el volumen Poéticas urbanas. Representaciones de la ciudad en la literatura, Edit. UANL, 2012), José Manuel Prieto González realiza una amplia investigación sobre el tema en nuestra literatura desde fines del siglo XIX hasta el año 2010.

José Manuel Prieto González (Mieres-Asturias, Esp., 1971) encuentra principalmente dos visiones de nuestra urbe: una “provista de un lenguaje retórico y grandilocuente, que es absolutamente laudatoria de Monterrey, ciudad en la que todo parece ser dicha y gozo” (p. 385) y hay otra que surge: “a partir de la década de los 80 del siglo pasado cuando el Monterrey reflejado en la literatura empieza a ser otro, no tan idílico como el anterior” (p. 387).

Enseguida, desmenuza nuestra urbe en sus diversos aspectos: grandeza, industria, trabajo, desempleo, miseria, desigualdad, deshumanización, contaminación, violencia, calles, plazas, parques, edificios, monumentos, coches, peatones, espacios públicos, comercio, paisaje urbano, cerros, clima, ríos, segregación (social, económica y sexual), dominios públicos y privados, discriminación por enfermedad (sida, síndrome Down), ambulantaje, indiferencia, desconfianza, soledad, diversidad sexual y vida nocturna.

Mención aparte merece la norteamericanización de la ciudad: “Entrar en Monterrey era como entrar en Detroit” (Jack Kerouac, p. 396), “Hamburguesas, clubes de video, bancos y hoteles son monumentos erguidos en memoria a los dos años de ocupación estadounidense.

Logotipos y slogans arrasan con tendajos y cerros” (Gabriela Riveros, p. 396-397), “(Rodrigo) Mendirichaga y (Hugo) Valdés hablan en sus novelas (…) de la “Isla del Valle”, fusionando el destino turístico texano (Padre Island) con la zona residencial regiomontana identificada con la clase alta (Colonia del Valle)” (p. 396).

Entre los 72 autores citados (50 de ellos locales) destacan Hugo Valdés, Joaquín Hurtado, Abraham Nuncio, Gabriela Riveros, Pedro de Isla, Eduardo A. Parra, Georges Londeix, Rodrigo Mendirichaga, Cris Villarreal, Felipe Montes y Arnulfo Vigil.

De Hugo Valdés se dice: “Hugo Valdés es probablemente el escritor local que mejor refleja la obsesión de los regiomontanos por el coche” (p. 398), de Joaquín Hurtado: “Joaquín Hurtado es probablemente el escritor local que ha revelado con mayor nitidez y verismo (además de valentía) la realidad del mundo homosexual regiomontano” (p. 422) y sobre Abraham Nuncio: “En el caso de Monterrey (…) domina la crónica sobre la invención, aunque esta última cuenta con páginas memorables debidas a escritores como Abraham Nuncio, entre otros” (p. 424).

Sería injusto resumir en una simple reseña los vastos alcances de este estudio (que abarca otras 10 ciudades, mexicanas y del extranjero) que nos muestra, más que nada, la aplicación práctica de una manifestación del espíritu como es la literatura. Aunque el autor benévolamente señala: “Mi objetivo no es juzgar la calidad literaria de esa obra (la de los escritores locales), sino servirme de ella para entender mejor la ciudad y las interacciones sociales que en ella se dan, para capturar lo fugaz y fragmentario de la realidad de lo urbano que la sociología formal no puede lograr” (p. 381).

 

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