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1383 14 Agosto 2013

 

Pemex y CFE: el apocalípsis
Hugo L. del Río

Monterrey.- ¿Transparencia y rendición de cuentas en el Pemex reformado? Je je. El lunes, en el evento efectuado en Los Pinos para que el presidente Peña Nieto diera a conocer su iniciativa para reformar a Pemex, el apóstol del proletariado petrolero, Carlos Romero Deschamps, estaba en primera fila, entre César Camacho Quiroz, líder nacional del PAN, y Manlio Fabio Beltrones.

El gobierno priísta nos presenta un panorama apocalíptico: el año próximo Pemex y la CFE entrarán en quiebra técnica. Bueno, entrarían: como nuestro ángel de la guarda, EPN corre al rescate con un programa que incluye la participación de capital privado –nacional y extranjero– en tareas de exploración y extracción sobre la base de utilidades compartidas. Los ipecos, además, tendrán parte en refinación, petroquímica, transporte y almacenamiento.

Viviremos en la bonanza. Con todo respeto, pero las palabras del presidente de México me recuerdan a Idi Amín, el ex dictador de Uganda, quien prometía regalar un Rolls Royce a todos y cada uno de los ingleses. Pero sobre todo me viene a la mente aquel José López Portillo eufórico, quien nos planteó que el problema sería aprender a administrar la abundancia. ¿Abundancia de qué, de pobres, de analfabetos, de jóvenes que no estudian ni trabajan?

No creo en las soluciones milagrosas. Tampoco me cierro a la realidad: sí, hay que modernizar pero, sobre todo, sanear a Pemex y la CFE. ¿Y esto será posible mientras Romero Deschamps mangonee a empresa y sindicato y tenga a sus representantes en el Consejo de Administración de la paraestatal? Esto, para no hablar de la corrupción de la cúpula de la corporación.

Petróleos Mexicanos no es una bolsa de cacahuates que Dios-Yahvé nos regaló en su Gracia. “Para los mexicanos, Pemex es como la Virgen de Guadalupe, tiene la magia del simbolismo”, escribe Sergio Aguayo. La primera máscara ya cayó: el ensayo de demagogia barata que empleó EPN al leer, palabra por palabra, el proyecto de enmienda al Artículo 27 constitucional que envió don Lázaro Cárdenas al Congreso en 1940 ya fue reprobado: un año después, el señor Cárdenas entendió que había errado.

Y a mayor abundamiento, Cuauhtémoc Cárdenas dijo el lunes: “Me preocupa que se pueda abrir la vía para los contratos de riesgo que se están manejando como contratos de utilidad compartida. 2013 no es 1938”, agregó el hijo del estadista. El mundo cambió y “evolucionó el pensamiento de Lázaro Cárdenas respecto de muchas cosas”.

En este choque de las aguas tempestuosas –los incondicionales del Sistema y los dogmáticos de la estatización–, el editorial que publicó ayer El Universal es una de las pocas voces sensatas que hemos oído o leído: Están en juego “bienes de la nación que no pueden malbaratarse a riesgo de generar inestabilidad social”.

Pie de página

India, uno de los países más pobres del mundo, gastó cinco mil millones de dólares en construir “su” portaviones y ordenó la fabricación de otros dos.

 

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