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1386 19 Agosto 2013

 

El petróleo es nuestro, jijos de la guayaba
Hugo L. del Río

Monterrey.- Primera inquietud: ¿Podemos confiar en el Estado mexicano? ¿Merecen, Peña Nieto y sus cortesanos, crédito por patriotismo, honradez acrisolada, visión de estadistas? Para mí, no.

Sí creo en Cuauhtémoc Cárdenas: fue subsecretario de Estado, gobernador de Michoacán, jefe del Gobierno de la Ciudad de México y, hasta donde sé, no tiene cola que le pisen. No mandó matar a nadie ni robó.

Segunda: el meollo de la tan traída y llevada reforma energética no está en la enmienda al artículo 27 de la Constitución, al que Peña Nieto quiere hacerle cambios sin importancia. El problema radica en el 28. Cuauhtémoc Cárdenas escribió ayer en La Jornada: “De aprobarse la reforma de este artículo 28, el Estado perdería la exclusividad en el manejo de las áreas estratégicas de la industria petrolera…Con la iniciativa de reforma del 28 constitucional, queda clara la intención de desplazar a Pemex de toda la cadena productiva del petróleo, sustituyendo a este organismo, al que hasta ahora el Estado ha encomendado la conducción de la industria petrolera, por particulares”.

Pregunto: ¿Por qué vamos a confiar en los hombres que nos quitaron la industria siderúrgica y los ferrocarriles para entregarlos al capital privado?  Algún lector despistado del matutino local escribió que a los mexicanos nos vale un adarme si Pemex se privatiza, porque lo único que nos interesa es que en las gasolinerías nos vendan gasolina buena y barata. No son así las cosas.

Pemex mantiene a México y garantiza la propiedad de la nación sobre riquezas aun no exploradas, en tierra y mar, de crudo y gas. Entregar el patrimonio a los tiburones de las finanzas equivale a dejar en harapos a nuestros hijos y cerrarle México el camino a un futuro de dignidad y soberanía.

No se trata de envolvernos en la bandera y arrojarnos desde el peñasco, como narra la bella pero falsa leyenda. La cuestión es defender lo que es nuestro. Tiene razón la diputada Gloria Bautista Cuevas: es conveniente hacer una consulta nacional para poner en claro si los mexicanos quieren vivir o prefieren suicidarse. No podemos dejar asunto tan vital en manos de un Congreso divorciado de la sociedad, donde sabemos que el PRI y el PAN mayoritearán y harán aprobar la reforma peñista.

Dice Cárdenas Solórzano, en minientrevista con otro diario defeño:”Lo que estamos viendo, yo diría, es la vuelta  de aquellas empresas que fueron expropiadas en1938 a manejar el petróleo de México”.

 

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