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1386 19 Agosto 2013

 

EN LAS NUBES
Los jóvenes
Carlos Ravelo Galindo

Ciudad de México.- Son los jóvenes la esperanza del país. Son aquellos, entre los 14 y 29 años, a los que menosprecia, para no decir ignora, el gobierno de la República.
              
No les crea los medios necesarios para salir de su abstracción y olvida que la libertad  se aprende ejerciéndola. Prefiere apoyar a viejos políticos de grandes mañas para mantener el poder. Poder hacer, tener, disponer y, claro, disfrutar de resultados personales, que no académicos, y mucho menos útiles a México. Los jóvenes son, en efecto, quienes transforman las ciudades cuando perciben que éstas se añejan en viejas tradiciones y corruptos arreglos como hoy, quién lo duda, acontece por todos los rumbos.

El mocerío tiene dos constantes: falta de seguridad y empleo (este no lo buscan) saben no encontrarlo, porque no lo hay pese a repetidos ofrecimientos de gobiernos que van, que llegan y que, desgraciadamente, vendrán. Ni uno ni otro.

No son detalles al desgaire, es realidad expresada por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, que se ufana de ser la fe de erratas del gobierno federal, hoy en manos del tricolor. También el Banco Interamericano de Desarrollo nos ilustra de la desconfianza que priva en los adolescentes sobre la autoridad: gobierno, policía, medios de comunicación y sus ofrecimientos. Pone los ejemplos de Brasil, Argentina, Chile, Ecuador, entre otros, que han cimbrado tales naciones, e invita  a reflexionar sobre cómo sacar a los jóvenes no solo de su estancamiento sino apartarlos de su apatía. No provocarlos. Ya están cansados, abatidos, desalentados, desanimados. Saben que en donde existe una necesidad, nace un derecho. “No los provoquemos” pregonan los que tienen experiencia.

No se descarta que los muchachos puedan imitar a sus homólogos latinoamericanos y salgan a las calles a reclamar lo que tienen derecho. No sólo el estudio gratuito, sino el empleo bien remunerado, que lo haya. Quién duda de que este grupo generacional representa las mejores condiciones para impulsar el crecimiento económico del país; mayor número de años laborables por delante; menor costo de manutención de los servicios estatales y por supuesto, mejor preparación que generaciones anteriores.

Quienes hoy detentan la autoridad están inmersos en “grandes” planes para México, pero no toman en cuenta a las generaciones que habrán de reemplazar a quienes ya son caducos. A quienes con estudios o incipientes en ellos, deben renovar a los que ya se hartaron de obtener beneficios, no para la República, sino para sí y  los suyos, deben cambiar el rumbo y nuestro territorio, para que todo él recobre lo que en muchos, pero muchos años, luego de la Revolución en que nace el primer partido político, nadie ha logrado.

No hay gran beneficio común, pero sí particular.  Miles de ejemplos en la actualidad. No veamos la miseria que hay, sino la belleza que aún nos queda.

carlosravelogalindo@yahoo.com.mx
        

 

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