Suscribete
 
1392 27 Agosto 2013

 

MALDITOS HIPSTERS
Los últimos hombres del desierto
Luis Valdez

Monterrey.- Adiós a Ricardo Elizondo. Maestro de narradores a los que nos enseñó a escribir dignamente sobre nuestra identidad. Era como nosotros, un hombre que se tostaba al sol y respiraba aire con tierra, que soñaba con la lluvia y era poseído por nuestro lenguaje.

¿Cómo rayos iba a poder conocer a alguien de la altura de Ricardo Elizondo? Sólo siendo un infiltrado en un jurado de cuento. Ahí pude convivir con él un par de horas mientras bebíamos agua, refresco y café. La cuestión era si valorar los mejores cuentos o solamente considerar los que se regían al tema.

Él fue quien marcó esas grandes diferencias. Los mejores textos se pasaban por el arco del triunfo el tema de la convocatoria. Por consenso de los tres (algún día me atreveré a decir el nombre del tercero) tuvimos que resignarnos a sacar muchos de los mejores del concurso.

Mientras estuvimos esperando al encargado de traer los trabajos recibidos, nos la habíamos pasado platicando de las bibliotecas de Monterrey. Ricardo Elizondo decía que la mejor de las públicas era La Ciudadela, en la calle Juárez casi esquina con Tapia. Cuando comenzó a hablar de las privadas, aseguro que la más completa era la Cervantina que él dirigía en el ITESM, porque cuenta con mucho acervo privado.

Luego se quedó pensando y murmuró que la de la UDEM estaba obteniendo muchos materiales, pero que a él le parecían tesoros todo lo que tiene la Alfonsina (la que él había dirigido anteriormente) y que le tenía mucho cariño. Luego comenzó a hablar de tiempo más atrás… del Archivo Histórico del Estado.

Habló de cine. Películas viejas en blanco y negro. De hecho la siguiente ocasión en que lo vi fue en la sección de películas de la Gandhi. Nos saludamos y me hizo sentir como si me reconociera a pesar de que había pasado un año.

No lo volví a leer pero lo leí con más ganas. Me impresionó lo literarias que son sus novelas de corte histórico. Me impresionó Setenta veces siete, pero la verdad es que me gusta más Narcedalia Piedrotas. Tiempo después me topé con el libro Lexicón del Noreste, y hasta ese entonces caí en cuenta de que realmente Ricardo Elizondo era un investigador de la identidad del hombre del noreste. El llamado Hombre del desierto.

Cuando me refiero a los hombres del desierto, recuerdo un prólogo que Sergio Cordero escribió sobre Don Andrés Huerta. También me vienen a la cabeza varios cuentos de Irma Sabina Sepúlveda como El oso, que en realidad era una osa.

Todos ellos se van y sólo nos dejan un puñado de poemas, de cuentos y de novelas que son muy buenas y se nos quedan trabadas en el lenguaje que se sigue hablando en la región. Qué curioso que haya modismos que nos recuerden a escritores como estos y que me hacen pensar que su lenguaje a final de cuentas se nos queda.

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

15diario.com