¿Tercera guerra mundial?
Hugo L. del Río
Monterrey.- La guerra es el mejor de los negocios. Pero no parece razonable esto de abrir un tercer escenario bélico cuando los boys and girls pelean y mueren en Iraq y Afganistán. El poder militar de la República imperial tiene sus límites.
The New York Times escribió ayer que el Presidente Obama está preparado para lanzar ataques aeronavales “en solitario” contra Siria, sin el apoyo anglofrancés y sin esperar el mandato del Consejo de Seguridad de la ONU. El gobierno del abogado negro que por unos instantes nos dio la esperanza de un mundo mejor, terminó por portarse como el policía del mundo, al igual que Bush Jr., dijo Hans Blix, ex ministro sueco del Exterior y antiguo titular de la Agencia Internacional de Energía Atómica.
En Londres, el Parlamento se rebeló contra el primer ministro David Cameron y, aunque la ley lo autoriza a emprender operaciones militares sin la autorización de los legisladores, de hacerlo, Cameron pagaría un precio muy alto.
En París ya discuten en qué forma la intervención, con el apoyo de Francia, dañaría las relaciones comerciales con Siria, colonia francesa hasta fines de los cuarenta del siglo pasado. Y en el propio Washington surgen dudas. El diputado John Boehmer, presidente de la Cámara Baja, interpeló al señor Obama: simple y llanamente, con qué dinero se pagaría la aventura o desventura militar en Siria.
El londinense The Guardian y el NYT preguntan a sus respectivos jefes de gobierno si tienen pruebas de que el dictador Bashar el-Assad ordenó personalmente el ataque con gases tóxicos contra la población civil. Según las filtraciones, la US Air Force y los submarinos armados con misiles lanzarían su carga mortal contra Siria en cuestión de horas. A los halcones estadunidenses parece no importarles el hecho de que los inspectores de la ONU que fueron precisamente a confirmar el ataque con armas prohibidas, todavía están en territorio sirio.
La OTAN y la Liga Árabe se deslindaron de toda acción militar que emprenda EU y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon pidió tiempo para que los técnicos regresen a Nueva York, rindan su informe y den a conocer las evidencias.
A Rusia y a China el tono beligerante de Washington no les hace ninguna gracia. “En el mundo islámico, Occidente se porta como un mono con una granada en la mano”, dijo el primer ministro adjunto de Rusia, Dmitry Rogozin. Y para dar respaldo material a sus palabras, se anunció que dentro de cuatro días llegará al Mediterráneo oriental una división naval rusa de la que sólo están identificados un crucero misilero y una nave antisubmarina.
Para empeorar la crisis, el comandante de la Guardia Revolucionaria de Irán, Mohammed Jafari, amenazó que si Siria es atacada, Israel será destruido. En las ciudades judías, la mercancía más solicitada son las máscaras antigas y el Estado Judío se prepara para hacer frente lo mismo a una incursión iraní que a una agresión siria.
En este mundo del Tercer Milenio, los Presidentes, reyes y primeros ministros ya no mandan: las órdenes las gira el cártel de la globalización. Es muy triste que el primer presidente negro de la Unión Americana esté jugando a una pequeña y espléndida guerra –como llamaron los cínicos al enfrentamiento hispanoamericano de 1898– precisamente cuando recordamos el 50 aniversario del famoso discurso de Martin Luther King: “Yo tengo un sueño…”
