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1414 26 Septiembre 2013

 

EN LAS NUBES
El orgullo
Carlos Ravelo Galindo
             
Ciudad de México.- Vemos cotidianamente que todos, sin excepción, nos desprendemos de la ética, la moral, la cortesía. Creemos que con ello Iimitamos a quienes desde los tres poderes de la Unión, nos enseñan a vulnerar las buenas costumbres.

Compartimos, con ellos, los siete pecados capitales y olvidamos las virtudes. Cada día revisamos las vidas ajenas, pero olvidamos observar la propia. Claro, nos han acostumbrado a vivir entre inmundicia, como animales.

El orgullo renace cuando, como acto de expiación, nos condolemos de nuestros semejantes en desgracia. Montamos campamentos de auxilio alimenticio, nos desprendemos de lo que nos puede hacer falta. Calmamos, así, nuestras desventuras, en espera de un milagro. Gritamos en demanda de justicia, ante oídos sordos, contra los abusos hacendarios del gobierno. Pero nadie, por los menos fuertes, se conduele.

Sí, lo hacen a favor de los que más tienen, y a quien dicen, quieren gravar más: empresarios, refresqueros, radio-tele-difusores, industriales, comerciantes se acercan al jefe monetario para que no los alcancen sus fauces. Tal parece que poco a poco ablandan su sentencia de rigor, no quiere reñirse con el pacto por México, quedar en entredicho con las demás reformas y enemistados con quienes, en las cámaras, los harán ganar.

Se olvidan que la humildad es guardiana de todas las virtudes y fundamento de nuestra vida.  Que al tenerla, se adhieren  las demás virtudes. Cuanto más se baja el corazón por el respeto, más se levanta hacia la perfección. Si el orgullo es la fuente de todos los vicios, podemos afirmar que la disciplina es la fuente de todas las virtudes.

Nadie puede alcanzar la tranquilidad si no es a través de una verdadera limpieza, de lo contrario nos hará la vida imposible y también a los demás. Si queremos ser grandes, comencemos por ser pequeños. La obediencia dispone a la persona acercarse libremente a los bienes terrenales y, por supuesto a los  espirituales.

Lo esencial en la existencia son fundamentalmente tres cosas: "la humildad, la humildad y la humildad”.

Nuestras autoridades tienen que aprender a compartir la nuestra, deben hacerlo los viejos políticos con colmillos afilados, que como vampiros quieren seguir sangrando (perdón por el gerundio) a la población en desgracia desde hace décadas.

carlosravelogalindo@yahoo.com.mx

 

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