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1416 30 Septiembre 2013

 

NL y sus políticas de odio
Hugo L. del Río

Monterrey.- Los mexicanos no queremos tener una identidad nacional. Nos negamos a ser lo que somos: un pueblo mestizo. Al borde de ese precipicio nos llevaron Poinsett y sus epígonos, tanto gringos como mexicanos. Dividida la sociedad mexicana en clases y origen étnico, sólo faltaba un paso para institucionalizar la discriminación racial, y lo dimos con dicha e hipocresía. Hoy, en Nuevo León, en las escuelas públicas ¡humillamos a los indios!

Nuestros antepasados precortesianos reciben toda suerte de homenajes oficiales. Les erigimos estatuas, damos su nombre a ciudades y avenidas, en los libros de texto los elevamos a la estatura de semidioses que vivían felices y prósperos hasta que llegó el villano de la película: el español, cuyo idioma y cultura son nuestro idioma y nuestra cultura.

Poinsett nos envenenó y la ponzoña sigue circulando por las venas y arterias del cuerpo de México: mestizos y criollos se unen para menospreciar al indígena, y luego se disocian para librar una guerra encarnizada entre ellos, en tanto que los descendientes de nuestros aborígenes, maltratados física y culturalmente, aprenden a desconfiar hasta de Dios Padre.

Lo que está ocurriendo en la escuela Felipe Ángeles (es el colmo que esta depravación se dé en un plantel que lleva el nombre de tan digno hombre y soldado) no se puede ni se debe soslayar ni perdonar.

¿Educó Hitler a burócratas con título de normalistas y escolapios del dizque centro educativo, para que, con la complacencia de la directora y los dichos subordinados (no les puedo dar el título de maestros) acosen, ofendan, den un trato degradante y hasta lastimen físicamente a unos hermanitos por el simple hecho de hablar en náhuatl entre ellos?

La responsable de este local donde se educa a los niños para que sean racistas (no olvido a los padres de estos pequeños aspirantes a SS: los chicos hacen lo que ven hacer y escuchan decir de y a sus mayores) debe ser exhibida ante la opinión pública como lo que es: promotora del trato discriminatorio a la otredad.

Y los mal llamados profesores tampoco intervinieron: si fueran auténticos educadores, se habrían apresurado, al notar la primera manifestación discriminatoria, a marcar el alto a esa abominación y recordar a los escolares que todos los seres humanos merecemos respeto, al margen de la religión, el color de la piel o el idioma.

¿Cómo es posible que la secretaría de Educación mantenga en su puesto a la mujer que está convirtiendo ese colegio en un centro de formación de la Gestapo y el Ku Klux Klan? ¿En qué Normal se educó esta señora o señorita? ¿Le enseñaron sus maestros la anticultura del racismo?

Cavazos, secretaria de Educación, ofrece explicaciones febles que a nadie convencen. Derechos Humanos está peor. Pero, ¿qué cosa buena se puede esperar de Minerva? Y los medios locales, ¿por qué plantean esta aberración con tanta tibieza? La directora de la Felipe Ángeles tiene derecho a explicar (si hay explanación para estas depravaciones) la sinrazón de su proclividad a considerar que es el color de la piel y el lenguaje que se habla son los signos distintivos que elevan a un ser humano sobre otros.

Deberíamos juzgarla en público: que nos diga cómo se concilia el título del que se enorgullecían Gonzalitos y don Serafín Peña con la tolerancia al trato vejatorio a niños de origen indígena. Por Dios, en qué país vivimos: una nación mestiza envenenada por  el racismo. Cavazos es de claro origen europeo: ¿eso la hermana con la directora de la Ángeles? ¿Por ello la está protegiendo?

A esta última, hay que exponerla ante la sociedad: que nos diga su nombre, su edad, su domicilio para que sus vecinos se avergüencen de tenerla cerca, y que nos dé a conocer el proceso mental que la condujo a tolerar, y quizás hasta animar, el maltrato que sufrieron estos niños de quienes ella es responsable, además hay que destituirla, boletinarla para que no les den empleo ni a ella ni a su gente.

Ya tenemos demasiados problemas como para, además, aceptar la depravación de ultrajar a los hermanos porque son indios, o mestizos; negros o rubios. Esa mujer, esa directora, no debe tener lugar en ninguna escuela del mundo.

 

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