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1423 9 Octubre 2013

 

Niñez indígena
Lupita Rodríguez Martínez

Monterrey.- Según el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), a partir de los datos del Censo 2010 del Inegi, en nuestro país sobrevive una población apenas de más de seis millones de hablantes de lengua indígena.
         
Las lenguas indígenas son parte de nuestra herencia histórica y de la diversidad cultural de México, de las cuales se calcula que en Nuevo León viven entre 80 y 100 mil hablantes indígenas, migrantes o nacidos aquí.

Nuevo León, a diferencia de otros Estados, nunca fue una tierra de cultura indígena o mestiza, por no tener tribus sedentarias. Era lugar de paso de los chichimecas, nombre con el cual los aztecas se referían a todas las tribus nómadas del norte, sin tomar en cuenta grupo étnico o lengua.

En cambio, durante la época colonial el Nuevo Reyno de León fue “tierra de guerra viva”, porque por más de 250 años los españoles sometieron a la esclavitud o prácticamente al exterminio a los pueblos nómadas. 

Por ello, la cultura de Nuevo León es considerada como criolla, mezcla de las culturas de inmigrantes europeos que arribaron a la región y de los tlaxcaltecas que acompañaron a los primeros españoles.

En las últimas cuatro o cinco décadas es cuando surgen asentamientos de grupos indígenas en Monterrey, debido al fenómeno de emigración del campo a la ciudad, siendo los menos estudiados y los más afectados por el cambio tan repentino y radical, ya que son muy pocos los miembros de esas comunidades que se reconocen como tales al hablar su propia lengua indígena.

La vida urbana ha influido para que estos grupos étnicos asimilen las costumbres norteñas, dándose el fenómeno de la transculturización, principalmente en niños, niñas y jóvenes, pero no tanto en adultos.

Para apoyarlos con políticas sociales es necesario conocer cuántos son, qué etnias representan, dónde están, cómo viven y cuáles son sus principales problemáticas. Hay que exigir que no sea letra muerta la Ley de los Derechos Indígenas de Nuevo León, en vigor desde junio del 2012 y cuyo objeto es que Estado y Municipios protejan sus derechos libres de toda discriminación.

Fue muy oportuno que una madre indígena se quejara ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), de que sus cinco hijos sufrían de acoso o bullying en una escuela primaria por hablar la lengua náhuatl.

Sea verdadera o falsa la queja, las niñas y los niños indígenas -se estima que hay dos mil 416 alumnos de diversas etnias en los planteles estatales-, tienen derecho a que sus lenguas y culturas originarias sean preservadas, así como a practicar y revitalizar sus usos y costumbres.

En este caso la autoridad educativa deberá acatar lo que determine la CEDH y fomentar que las niñas, niños y adolescentes indígenas tengan acceso a una educación básica de carácter bilingüe e intercultural.

Desde los 80 hemos compartido y apoyado las necesidades de dos grupos étnicos, uno de otomíes y otro de mazahuas. Estos migrantes se asentaron en comunidades organizadas por el Frente Popular ‘Tierra y Libertad’, en las colonias Genaro Vázquez Rojas y Lomas Modelo, donde edificaron sus viviendas y emprendieron, a la vez, una ejemplar lucha por mejorar sus condiciones de vida y dignidad.

Por ello, considerando que la educación es el motor del desarrollo humano, se construyó la Escuela Primaria Cuauhtémoc, la cual se inició en aulas provisionales. Hoy se cuenta con una edificación que ofrece a los alumnos una educación de calidad, plurilingüe y con herramientas didácticas basadas en las nuevas tecnologías (computación e internet), las cuales complementan sus aprendizajes.

En los 90, los Centros de Desarrollo Infantil (Cendi), abren sus puertas, haciendo labor de convencimiento para que padres y madres incorporen a sus hijos a este programa de educación temprana integral, aspecto que se logró al paso del tiempo. Hoy, a más de 23 años, con satisfacción podemos constatar, que muchos exalumnos Cendi de estas etnias son jóvenes que ejercen la abogacía, medicina, ingeniería, arquitectura, contaduría y docencia.

El interés superior de la niñez también es principio de la población infantil indígena y debemos aplicarlo para que Nuevo León deje de ser el Estado donde se percibe mayor discriminación étnica, para que se respete su dignidad y tengan oportunidades de salir adelante, como vemos en el caso de la colonias Lomas Modelo y Genaro Vázquez Rojas.

 

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